Hay que comenzar de nuevo (esto puede suceder más de una vez) para que ciertas cosas cobren algún sentido. Yo tenía una cita contigo el domingo a las once, ya sabes que no aparecí a la hora. Lo que harías tú en el tiempo en que me esperabas no lo se, ni a donde fuiste luego, y no tuve tiempo de pensar en eso en los días siguientes, ya sabes, lo de mi perrito y todo lo demás. Tal vez Julian tenía razón, tal vez cualquier otra persona hubiera vuelto al parque a buscar a su perrito, pero yo tenía, no se como decirlo, tenía una sensación, un sentimiento de repulsa a volver al parque, buscar a mi perrito, no encontrarlo. Que el guarda me recordara y me detuviera por agresión y por abandonar un animal en el parque, no se como llamarlo, tenía, tengo, no se, tal vez sea sólo miedo. Quizás sea sólo eso.
Tal vez Julian también tenía razón en otra cosa: debería trabajar y no abandonar mi plan bajo ningún concepto. Necesitaba escribir el siguiente artículo. Claro que para situaciones así, momentos de bloqueo o desgana, tengo guardadas historias que en algún momento he decidido no utilizar, o bien pistas que he decidido no seguir y que pueden dar nueva luz a una historia vieja. A la redacción de la revista llegan a menudo cartas y correos electrónicos (más lo primero que lo segundo, a mis lectores les asusta la falta de privacidad en Internet) donde me hacen partícipe de locas teorías sobre algunos de los temas de los que he hablado, o incluso aportan nuevas pruebas, ideas para futuras investigaciones. Como he dicho la mayor parte de mis seguidores son unos estúpidos ignorantes o están locos, o una mezcla de ambas cosas y sus ideas son de los más sugerentes
Si rescataba alguna historia vieja iba a tener la excusa perfecta para no salir de casa hasta el jueves. Así que precisamente por eso escogí seguir una pista nueva, volvería a las calles, buscaría una nueva historia. Y a mi perrito.
Extraído de http://www.apocatastatico.blogspot.com/
Y también hay momentos como este. Cuando sin querer (o eso quieres creer) echas la vista hacia el pasado y te preguntas ¿de verdad ese era yo? ¿quiés es ese tío?- Miras al presente. La sensación de irrealidad no desaparece. Lo sorprendente, al fin, es que el tiempo no se detuvo. Y ahora estás en algún momento de tu devenir errabundo, con la sensación de que no deberías estar ahí. Que esta no es tu vida...