lunes, 8 de octubre de 2007

Mil veces me maldigo

Foto: Cartón sobre el que se pintaron unos tablero y unas "eles" de atornillar.




Se celebraban las Orfías Dídricas. Unos amigos y yo. A mis amigos no los conocía, pero eso tiene su lógica, aunque no pueda ser expresado con palabras (se puede, pero no soy capaz)
- En serio ¿donde has puesto mis pies? - Yo, en plena orfía me doy cuenta de que no tengo pies y de que la cabeza se me estraperla.
- Anúlalo, anúlalo todo rápido y tráeme unas patatas peladas. ¿Tú que tomas? - la pregunta resuena en el espacio oscuro que rellena lo que hay bajo un arco de medio punto.
Suena un jazz rítmico y casual, los donfones ejecutan su melodía mientras los tridigibles se ciernen conteniendo el aire. La palabra confuso carece de sentido. Ahora soy consciente de qué es lo que tienen en común una célula y una loncha de chopped: ambas están rellenas de si mismas. Todo carece de sentido y eso precisamente es lo que lo hace real, aunque aún nos preguntemos que pása cuando la ligasa se desparrama por el suelo, y por qué tienen gafas las toxinas. Joder, un lisoma se parece a la bola de Toni Manero, y que más da, a lo mejor es una bola y creemos que se parece a un lisoma. Ya limpiarán mañana, si es que existe un mañana en este lugar.
- Tolomeo, a ser posible.Tomemos unas jarducas y cantemos hasta el amanecer, como en una película de Charlie Kiesloff.
- Sí, eso ¡ y cacahuetes!
El mástil toca ya el alboredo y todo parece rotar de forma dándrica. Otra hermosa Orfía en el Club de las Almas Perdidas.

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