jueves, 17 de enero de 2008

Gnossiene

Foto: La Catedral, Auguste Rodin. La escultura es hermosa, pero el nombre aún lo es más.




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El primer requisito es ser un alma perdida. Están prohibidos los turistas. ¿Qué pasa cuando un alma perdida deja de estar perdida?.
Alabama sonríe mientras friega los últimos vasos. Lincoln, Martin y Sacca barren la pista. Entonces me responde, con una mirada misteriosa.
- Las Almas Perdidas siempre serán Almas Perdidas. Lo son por decisión propia y ya no pueden ser de otra forma. Y cuando un Alma Perdida se encuentra con otra no dejan de estar perdidas, simplemente ha sucedido algo extraordinario: han encontrado a alguien con quien perderse...ahí tienes a esos dos, los de la esquina.
Cierto que no me había fijado en ellos. Un hombre y una mujer sentados en una mesa. Tenían frente a sí dos copas que ni siquiera habían tocado. Los observé durante un rato, no se movían a penas, estaban detenidos mirándose el uno en los ojos del otro. Él acariciaba muy suavemente el rostro de su compañera, ella enredaba dulcemente sus dedos en los cabellos de su compañero. Encendí un cigarro y di un sorbo a mi cerveza. Entonces me percaté de que se movían de otra forma, muy lentamente, de forma imperceptible, parecían estar rotando inmóviles el uno alrededor del otro, dibujando una espiral entorno a sí mismos.
- Son ellos son los culpables.- dijo Lincoln.
-¿Los culpables de qué?
- Las Almas Perdidas que se encuentran-contestó Sacca.
-¿De qué tienen la culpa las Almas Perdidas que se encuentran?.

- De que no haya un sólo ladrillo con forma de ladrillo, ni una sóla viga recta - señaló Martin - y de que las baldosas ya no sean cuadradas. De que surjan nuevos recovecos que deben ser barridos aquí y allá...
Volví a mirar a la pareja sorprendido.
- Así es - susurró Amanda a mi oído - ellos son los que hacen girar este mundo...


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