miércoles, 30 de diciembre de 2009

miércoles, 23 de diciembre de 2009

M O O N D O G






Recordadme que un día os hable del vikingo de la Quinta Avenida.

Y ahora un lamento por Charlie Parker. Volumen a tope.


The only one who knows this ounce of words is just a token
is he who has a tongue to tell, but must remain unspoken.



jueves, 17 de diciembre de 2009

AHORA




Sólo soy el eco

de la sombra
del
banco
de piedra.

No hay magia.
 
Sólo queda
sólo
este ahora eterno limbo

martes, 15 de diciembre de 2009

martes, 8 de diciembre de 2009

Mi teléfono móvil. Le dan ataques. Desde hace ya algún tiempo, pero se están intensificando. Se enciende y se apaga solo, pero con un estertor, una vibración...doliente. He tenido que quitarle la batería. Mi móvil se muere.



Hay un fantasma que baila al son de la séptima de Sostakovich, después de ese pizzcato cuando todo explota sin sentido. El exceso, euforia delirante de demencia dionisíaca. Placer por placer. Y ahora...

domingo, 6 de diciembre de 2009

in weiter ferne, so nah






 "Facilis descensus Averni" en la Divina Comedia. Grabado de Gustave Dore

In der Tiefe wohnt das Licht,
Licht, das leuchtet und entzündet,
Wer das Licht des Lichtes findet,
Braucht des eitlen Wissens nicht.
Wer vom Licht sich abgewendet,
Der bewillkommt froh die Nacht,
Dass die selt’ne Gabe spendet,
Ihn belohnt mit dunkler Macht.
Mische, sinne, wirke, strebe,
Mühe dich, du Erdensohn,
Dass zu fein nicht dein Gewebe,
Und der Tat nicht gleich der Lohn.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Tormenta y arrebato



 Nicolás Poussin Midas y Baco. Alte Pinakothek, Munich. (A la izquierda, gordo y ebrio, el bueno de Sileno)
 


Una vieja leyenda cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado cazar  en el bosque al sabio Sileno, acompañante de Dioniso, sin poder cogerlo. Cuando por fin cayó en sus manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el demón; hasta que, forzado por el rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en medio de una risa estridente: "Estirpe miserable de un día, hijos del azar y la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo que para tí sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para tí - morir pronto"
Friedrich  Nietzsche citando a Apolodoro de Atenas

El éxtasis del estado dionisíaco, con su aniquilación de las barreras y límites habituales de la existencia, contiene, en efecto, mientras dura, un elemento "letárgico", en el que se sumergen todas las vivencias personales del pasado. Quedan de este modo separados entre sí, por este abismo de olvido, el mundo de la realidad cotidiana y el mundo de la realidad dionisíaca. Pero tan pronto como la primera vuelve a penetrar en la consciencia, es sentida en cuanto tal con náusea; un estado de ánimo ascético, negador de la voluntad, es el fruto de tales estados. En este sentido el hombre dionisíaco se parece a Hamlet: ambos han visto una vez verdaderamente la esencia de las cosas, ambos han "conocido" y sienten náuseas de obrar; puesto que su acción no puede modificar en nada la esencia eterna de las cosas, sienten que es ridículo o afrentoso el que se les exija volver a ajustar el mundo que se ha salido de quicio. El conocimiento mata el obrar, para obrar es preciso hallarse envuelto por el velo de la ilusión - ésta es la enseñanza de Hamlet, y no aquella sabiduría barata de Juan el Soñador, el cual no llega a obrar por demasiada reflexión, por exceso de posibilidades, si cabe decirlo así; no es, ¡no!, el reflexionar - es el conocimiento verdadero, es la mirada que ha penetrado en la horrenda verdad lo que pesa más que todos los motivos que incitan a obrar, tanto en Hamlet como en el hombre dionisíaco. Ahora ningún consuelo produce ya efecto, el anhelo va más allá de un mundo después de la muerte, incluso más allá de los dioses, la existencia es negada, junto con su resplandeciente reflejo en los dioses o en un más allá inmortal. Conciente de la verdad intuida, ahora el hombre ve en todas partes únicamente lo espantoso o lo absurdo del ser, ahora comprende el simbolismo del destino de Ofelia, ahora reconoce la sabiduría de Sileno, dios de los bosques: siente náuseas.


Aquí, en este peligro supremo de la voluntad, aproxímase a él el arte, como un mago que salva y que cura: únicamente él es capaz de retorcer esos pensamientos de náusea sobre lo espantoso o absurdo de la existencia convirtiéndolos en representaciones con las que se puede vivir: esas representaciones son lo sublime, sometimiento artístico de lo espantoso, y lo cómico, descarga artística de la náusea de lo absurdo.

Friedrich Nietzsche. El nacimiento de la tragedia


 

domingo, 22 de noviembre de 2009

Solve

Paredes infinitas forradas de palabras.
No puedo hablar contigo, así que aprovecho este momento (extraño) para hablar conmigo y no tengo nada que decirme.
Paredes infinitas encerrando ilimitados espacios abiertos. Mirada extrañada de sueños congelados.
Hay un cuadro de Klee...



Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Creo que este debería ser el aspecto del ángel de la Historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el Paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. El huracán le empuja irremisiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin, Tesis de la filosofía de la Historia.

Esto es tremendo. Como Benjamin, con todo su genio, con toda su obsesión vió esto en el garabato de Klee. Perdió, sin embargo, el detalle de la mirada sesgada. La mirada sesgada y tanta ruina...

Y mientras yo buscando con algo de solve un poco de coagula. Y no lo encuentro, aunque me digan tantas cosas como aquí:




Y no lo encuentro porque nada fluye si tu no derramas en mi
 unas gotitas de ti.

domingo, 8 de noviembre de 2009

viernes, 6 de noviembre de 2009

miércoles, 28 de octubre de 2009

lunes, 19 de octubre de 2009

Pronto...

sábado, 10 de octubre de 2009

.0.



[...] Pero a ese respecto yo nunca he tenido más que ideas muy confusas, porque conozco poco a los hombres y no sé muy bien qué significa eso de ser. En fin, lo he probado todo. Correspondió por último a la magia el honor de aposentarse en mis escombros y aún hoy, cuando me paseo por ellos, encuentro algún vestigio. Pero casi siempre se trata de un lugar sin límites ni plano donde incluso los materiales - y no digamos su disposición - me resultan incomprensibles. Y no sé qué es lo que está en ruinas ni, por consiguiente, si se trata de ruinas o de la inquebrantable confusión de lo eterno, si se dice así. En todo caso, es un lugar sin misterio, la magia lo ha abandonado, al encontrarlo sin misterio. Y aunque no voy a visitarlo de muy buena gana, quizá voy allí más a gusto que a otra parte, asombrado y tranquilo, iba a decir como en un sueño, pero no es esto, no es esto. Pero no es uno de esos lugares a los que uno va, sino que uno se encuentra en ellos, a veces sin saber cómo, sin ningún placer, pero quizá con menos molestia que en otros sitios
de los que es posible alejarse a poco que uno se tome el trabajo, parajes misteriosos, amueblados con los misterios habituales. Escucho y me oigo dictar un mundo paralizado en el momento de perder el equilibrio, bajo una luz débil y tranquila sin más, suficiente para ver, ustedes comprenderán, y también paralizada. Y oigo murmurar que todo se dobla y cae, como bajo una pesada carga, pero aquí no hay carga, y también el sol, poco adecuado para llevar cargas, y y también la luz, hacia un final que parece que no va a llegar nunca. Porque ¿qué fin podrían tener estas soledades donde nunca hubo verdadera claridad, ni equilibrio, ni simple tierra firme, sino perpetuamente esos objetos pendientes deslizándose en un derrumbamiento sin fin, bajo un cielo sin recuerdo de alborada ni esperanza de atardecer? Digo estos objetos, pero ¿qué objetos, venidos de dónde, formados de qué sustancia? Y parece que aquí nada se mueva, ni se ha movido nunca, ni se moverá nunca, salvo yo, que tampoco me muevo cuando estoy aquí, sino que miro y me hago ver. Si, es un mundo acabado, pesa a las apariencias, su fin le dio origen, empezó al acabar, ¿me expreso con bastante claridad? Y yo también estoy acabado, cuando me encuentro ahí, se me cierran los ojos, cesan mis sufrimientos y termino, doblado como no pueden hacerlo los vivos. Y si hubiera seguido escuchando aquel hálito lejano, callado hace tanto tiempo y que termino por escuchar, hubiera sabido todavía más cosas a este respecto. Pero no escucharé más, de momento, aquel hálito lejano, porque no me gusta, y hasta le temo. Pero no es un sonido como los demás, que se escuchan cuando uno quiere y muchas veces pueden hacerse cesar, alejándose o tapándose los oídos, sino que es un sonido que empieza de pronto a zumbar en la cabeza de uno, sin saber cómo ni por qué. Es la cabeza quien lo oye, las orejas no tienen nada que ver, y no hay modo de pararlo, se para cando quiere. No tiene importancia que le preste atención o no, lo estaré oyendo siempre, ni un trueno podría ocultármelo antes de que quiera cesar. Pero no tengo ninguna obligación de hablar de él , ya que no es asunto mío. Y no es asunto mío, de momento. No, de momento mi asunto es terminar aquella historia de la luna que quedó inacabada, sí, ya sé que éste es mi asunto. Y aunque lo terminaré peor que si estuviera en plena posesión de mis facultades, de todos modos voy a terminarlo,lo mejor que pueda, o al menos eso creo. [...]

Samuel Beckett , Molloy.
Traducción: Pedro Ginferrer. Ed. Alianza/Lumen

lunes, 28 de septiembre de 2009

Kavafis (reprise)

VUELVE

Vuelve otra vez y tómame,
sensación amada, retorna y tómame -
cuando la memoria del cuerpo despierta
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún tocan.

Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...

K.K. 1863 - 1933



martes, 18 de agosto de 2009

En el Viento de la mente surge
la turbulencia que llaman Yo.
Estalla y se precipitan
todos los pensamientos estériles.
Toda vida muere de asfixia.
Este desierto es el Abismo en el que se halla el Universo
Las estrellas no son sino cardos inútiles
en este punto maldito
en un mundo de gozo,
ahora y luego los Viajeros cruzan el desierto;
vienen desde el Gran Mar
y al Gran Mar se encaminan.
En su marcha derraman agua,
un día regarán el Desierto hasta que florezca.
¡Mirad! ¡Huellas de camello! V.V.V.V.V.

Aleister Crowley El Libro de las Mentiras (así llamado falsamente)

miércoles, 29 de julio de 2009

viernes, 26 de junio de 2009

jueves, 25 de junio de 2009



Laverdadseagarraalagargantaarañalastripasessudadaporlas
nochesyvomitadaporlasmañanasacechaenlassombrasporel
rabillodelojoyafaltadeángulodegirorotalacabezaylarompeyyo
mirandohaciaotroladonopasanada,
ya se acaba,
ya termina.

Me duele despertar.

Así, tal como está, así está perfecta. Blanca, lisa, suave. O cubierta de líneas perfectamente paralelas, con la perfecta huella de esa fina tira de hilo plegada que se repite en la siguiente página, cada vez más tenue, y en la siguiente, en la siguiente, en la siguiente... Dejo que la pluma sangre un poco sobre la marca fósil en forma de "V", como la pisada de un dinosaurio rellenada con yeso, y contemplo mi obra, la pluma quiere más, quiere besar esa página perfecta, acariciarla suavemente. Empieza un dibujo rodeando la cicatriz en "V", la "V" se cierra para transformarse en un triángulo invertido y otra vez, otra vez lo mismo, un triángulo dentro de un círculo, dentro de un cuadrado, dentro de un círculo... y luego las palabras alrededor, conjuradas al azar, sin más, simples palabras, manchas de tinta arrastrada con el dedo corazón...la página perfecta, herida, arrancada, muerta.

El cuaderno vuelve al estante de los cuadernos en blanco, más y más cuadernos en blanco, esperando, guardando dentro de si el secreto mudo de las palabras no escritas, hermosos en su silencio, callados. Acechantes.

domingo, 24 de mayo de 2009

PRONÓSTICO


Situación parecida.
Continuarán las lluvias
repentinas*

la inestabilidad promete
una tensa calma de soles
y tormentos.



* Benditas lluvias repentinas


martes, 5 de mayo de 2009

Vogel als prophet

En el bosque hay un pájaro...





...su canto os detiene y os ruboriza...

miércoles, 22 de abril de 2009

viernes, 17 de abril de 2009

CHRISTINA ROSENVINGE



Chord.


Cuando era pequeño tenía uno de esos pequeños órganos electrónicos que te mandaban en el colegio para la clase de música. Primero tuve uno pequeñito, un PT-5 o algo así,pero luego tuve otro, un Casio PT-100, mucho mejor que el primero, más grande y con más sonidos. Una de las opciones se llamaba “chord”. Pulsabas las teclas y sonaban unos acordes sintetizados maravillosos. Así que dejaba pulsada una sola tecla diez o quince segundos y escuchaba la ligera distorsión. Lo combinaba con otras teclas y el acorde era mucho más masivo. Muy parecido a lo que suena al principio de Distorting a Code, de Spinnerette.
Recuerdo los videoclips de A-ha y Durán Durán, uno en el que un tio estaba atado al aspa de un molino mientras cantaba, y de forma cíclica el molino sumergía la cabeza del tipo en el agua. El Colgado. La Rueda de la Fortuna, La Torre. Recuerdo la primera vez que fui a un videoclub. Alquilamos “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” y “La Jungla de Cristal”. Recuerdo el primer programa que grabé en televisión, un documental sobre osos polares en Alaska, de National Geographic. Recuerdo que la grabación tenía que empezar a las 15:30 y así lo hizo. Magia.

C:\prince\prince megahit

SHIFT+V= Vida
SHIFT+L=Subir nivel
SHIFT+K=Matar

Confieso que, en cuanto lo descubrí salté hasta el Visir con SHIFT+L, y a la primera que me enseñó la espada hice

SHIFT+K


Magia.
Los fines de semana con mi Spectrum, viendo rayitas al cargar, ese sonido irritante tan parecido al chord del PT-100, cagándome de miedo con el Nosferatu.
LOAD” “ (Intro).
Play.

Magia.

Christina Rosenvinge saliendo de un cuadro de Delville.







viernes, 3 de abril de 2009

sábado, 7 de marzo de 2009

ESCHER

Desde mi techo veo el suelo y me pregunto
desde cuando el mundo está al revés y
por que nadie me ha avisado de que dábamos la
vuelta.

Otra vez volver a empezar, al menos
un comienzo,
ruinas nuevas y caminos viejos
desandar lo andado, desandar lo andado
lo andado para qué
para volver al principio y yo que ya estaba
acostumbrándome a tener el cielo a mis pies
y la ciudad, laberinto de estalactitas
pendiendo sobre mi cabeza...

jueves, 5 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

ANTEROS

Por qué en mi corazón hay tanta rabia, dices,
y en mi cuello flexible una cabeza indómita;
es porque yo provengo de la raza de Anteo
y hago volver los dardos contra el dios vencedor.

Yo soy de aquéllos, sí, que el Vengador alienta,
él me marcó la frente con su boca irritada,
bajo la palidez de Abel, llena de sangre,
lel rubor implacable de Caín tengo a veces!

Jehovah, aquél que, vencido por tu genio, el postrero,
del fondo del infierno gritaba: “¡Oh tiranía!”
es mi abuelo Belús o mi padre Dagón…

Tres veces me bañaron en las aguas del Cócito,
y, único protector de mi madre Amalécita,
siempre a sus pies los dientes del viejo dragón, siembro.



Gerard de Nerval
Versión de Aníbal Núñez


martes, 24 de febrero de 2009

0.1.


Audio: Tema perteneciente a la banda sonora de "The International", compuesta, entre otros, por Matthew Bellamy.


- No sé leer estos signos…
- ¿Qué?
- No entiendo estos signos.
-¿No sabes que signo es este?
- Es un mástil alargado con un extremo mirando hacia el oeste. Parece una bandera. Hay viento del este.
- Es el número uno.
- ¿En serio? ¿eso es uno?
- Claro. Uno. ¿No conoces los números?
- Conozco los números, pero no estos signos. Pero ahora entiendo. Si este es UNO ese debe ser OTRO.
- ¿Qué?
- Uno, Otro, Algunos…
- No, no. Es el número uno. Una unidad. Son números, ¿lo entiendes?.
- Te entiendo, pero no entiendo esos signos. ¿Cómo va a ser eso el número uno?
- A ver este… - dibujo sobre el papel un número uno romano.
- I…
- ¿Significa eso algo para ti?
- I… debe ser el comienzo de algo.
- Eso es. Es una secuencia, en principio, y se pueden combinar entre sí para obtener cifras más altas. Esto es uno – Dibujo un dos romano – esto es dos, esto es tres… y… - dibujo un cuatro romano - el cuatro es así.
- ¡Ha cambiado! – exclama la pequeña Zebra - ¿por qué cambia?
- Porque es un número diferente. Verás, el cinco es así – dibujo un cinco romano – por lo que el cuatro, que es cinco menos uno, se dibuja de esta forma.
- Que estupidez.
- ¡En absoluto! ¡Es brillante! De este modo corrigen el sistema de añadir barras arcaico, permitiéndoles escribir cifras cada vez más largas?
- ¿Y para que querrían hacer eso?
- ¡Porque el Imperio Romano era enorme! De modo que había que medir las distancias. Las calzadas romanas tenían unas piedras cilíndricas cada cierta distancia donde se indicaba la distancia, los picapedreros tenían que esculpirlas en una superficie no muy grande. Imagínate a distancia desde Roma hasta Marsella en palitos uno tras otro. Necesitaban abreviar, y necesitaban un método lógico que cualquier picapedrero estúpido pudiera entender. Un sistema matemático.
- ¿Te estás inventando eso sobre la marcha?
- Es una teoría. Pero su lógica es fascinante.
- ¿Y dices que este palito significa “UNO”?
- ¿Para los romanos también?
Me paro a pensar. ¿Cómo eran los nombres de los números romanos?
- Bueno, es que es un código universal. Se traduce a los núemeros de cada país. Los números son… números. ¿Pero es que no sabes lo que son los números?
- Claro que sí. Ya me lo has preguntado tres veces.

Esto comienza a ser siniestro. Una idea siniestra. Dibujo Aleph א.


ZEBRA: ¿Qué es eso?
ALDO: Es un uno.
ZEBRA: ¿Un uno qué?
ALDO: Es el uno en alfabeto hebreo.
ZEBRA: No conozco esos símbolos. Los números NO son así.
ALDO: Por favor – respiro, sonrío, es tan dulce, Zebra – querida… ¿podrías dibujar los números?
ZEBRA: Claro que sí (coje el bolígrafo). Pero es una estupidez. (dibuja dos símbolos)
ALDO: ¿Qué es eso?
ZEBRA: Los números.
ALDO: ¿Qué números?
ZEBRA: Este es शून्य, Sunya, y este es एक, Eka.
ALDO: ¿ Sunya?
ZEBRA: Si. शून्य,El vacío. La nada. El comienzo.
ALDO: Y este es…
ZEBRA: एक.El principio.
ALDO: La voluntad.
ZEBRA: El sí que sigue al no.
ALDO: La singularidad.
ZEBRA: Claro. Algo así.
ALDO: ¿Y los demás?
ZEBRA: ¿Qué demás?
ALDO: Dos, tres, cuatro…
ZEBRA: Eso soólo son distintas combinaciones, añades elementos o no, pero en realidad todo se reduce siempre a nada o algo, se combinan entre sí…
ALDO: ¿Es un alfabeto binario?
ZEBRA: Son los PUTOS números.
ALDO: ¿De qué alfabeto? ¿Es sánscrito? ¿ Cómo haces para escribir largas cantidades? Tienes que llenar la hoja de números…
ZEBRA: No lo sé. Nunca he contado muchas cosas.
ALDO: ¿Contar qué?
ZEBRA: Cosas. Contar cosas, nunca he tenido que contar muchas cosas, no sé como lo haria…

Extraído de http://www.apocatastatico.blogspot.com/

viernes, 16 de enero de 2009

Poe



El Cuervo, por Vincent Price.



De Historias Extraordinarias, fragmento dirigido por Fellini.

jueves, 15 de enero de 2009

&

Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont (1846-1870) dijo:

Dos pilares que no era difícil, y mucho menos imposible, tomar por baobabs, se distinguían en el valle, con un tamaño superior al de dos alfileres. En efecto, eran dos torres enormes. Y aunque dos baobabs, al primer golpe de vista no se parecen en nada a dos alfileres, ni siquiera a dos torres, se puede afirmar sin temor a equivocarse que, manejando con habilidad los hilos de la prudencia (pues si esta afirmación estuviera acompañada de la menor pizca de incertidumbre, ya no sería una afirmación; aunque un mismo nombre designe a esos dos fenómenos del alma que presentan caracteres demasiado netos para que se los pueda confundir con ligereza) un baobab no difiere tanto de un pilar como para hacer inconcebible la comparación entre esas formas arquitecturales... o geométricas... o una y otra... o ni una ni otra... o más bien formas elevadas y compactas. Acabo de encontrar, no tengo pretensión de sostener lo contrario, los epítetos apropiados para los sustantivos pilar y baobab; y entiéndase bien que no es sin mezcla de alegría y orgullo que lo hago notar a aquellos que, después de haber abierto los ojos, han tomado la loable decisión de recorrer estas páginas, mientras arde la bujía, si es de noche, y mientras brilla el sol, si es de día. Y hay que advertir además que aun cuando una potencia superior nos ordenara, en los términos más claramente precisos, arrojar a los abismos del caos la juiciosa comparación que todos han podido sin duda saborear con impunidad, no debe perderse de vista este axioma primordial, los hábitos adquiridos en el transcurso de los años, los libros, el contacto con sus semejantes y el carácter inherente a cada uno que se desarrolla eb rápido florecimiento, impondrían, en el espíritu humano, el irreparable estigma de la recidivia en el empleo criminal (criminal si nos colocamos momentánea y espontáneamente en el punto de vista de la potencia superior) de una figura retórica que más de uno desprecia pero que muchos ponderan. Si el lector encuentra esta frase demasiado larga, le pido que acepte mis excusas, aunque sin esperar bajezas de mi parte. Puedo tener defectos, pero no los agravaré por cobardía. Mis razonamientos chocan a veces contra los cascabeles de la locura, y la apariencia sería de lo que al fin de cuentas sólo es grotesco (aunque según ciertos filósofos, sea difícil diferenciar al bufón del melancólico, puesto que la vida misma es un drama cómico o una comedia dramática); sin embargo, le está permitido a todo el mundo matar moscas, y hasta rinocerontes, a fin de distraerse, de vez en cuando, de un trabajo demasiado escabroso. Para matar moscas ésta es la manera más expeditiva, aunque no quizá la mejor: se las aplasta entre los dos primeros dedos de la mano. La mayor parte de los autores que han tratado este asunto a fondo, han llegado a la conclusión, muy verosímil, de que es preferible, en muchos casos, cortarles la cabeza. Si alguien me reprocha el hablar de alfileres por ser un tema radicalmente frívolo, que considere, sin prejuicios, que los más grandes efectos los producen, a menudo, las más pequeñas causas. Y para no alejarme demasiado del marco de esta hoja de papel, ¿no se advierte que el laborioso fragmento literario que estoy por componer desde el comienzo de esta estrofa, sería quizá menos gustado si tomara su punto de apoyo en una cuestión espinosa de química o de patología interna? Por lo demás, todos los gustos están en la naturaleza y, cuando al cimeinzo comparé los pilares con los alfileres con tanta exactitud (por supuesto no imaginaba que un día habrían de reprochármelo) me basé en esas leyes de la óptica que establecen que, mientras más alejado esté el rayo visual de un objeto, más pequeña resulta la imagen reflejada en la retina...
Extracto del CANTO CUARTO de LOS CANTOS DE MALDOROR, citado por André Bretón en su ANTOLOGÍA DEL HUMOR NEGRO (Anagrama, 1991)

Jacques Percipied responde:

...desde el otro punto de vista, el del encuadre perfecto, la acción corriendo de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha, pero siempre estableciendo, plano a plano, secuencia a secuencia, esa perfección, ese punto de fuga inevitable en un sofá rojo, un viejo retrato familiar o la partitura amarillenta con la que las pequeñas practicaban frente al vetusto pero siempre afinado piano de pared. Y ahí estaba esa señal inequívoca, esos fósiles cuya pervivencia era señal y huella material del paso del (dudoso) tiempo, de los que nos habían precedido. Objetos que aún pertenecían a sus dueños, aunque estos hubieran dejado de existir mucho (dudoso) tiempo antes: la mantilla de la abuela, el cuadro de los abuelos, el sofá de los abuelos...
- ¿Y el piano? ¿por qué el piano no es del abuelo, no es el piano del abuelo?
- El piano...es curioso. La verdad es que nunca supe con seguridad de donde sacó el abuelo ese piano. El abuelo contaba que el piano era parte de la casa antes de que ellos llegaran aquí, me lo solía contar de pequeña, cuando aporreaba las teclas sin compasión el abuelo me solía regañar, insistía en que había que cuidar el piano, contaba una historia... no la recuerdo muy bien, yo no me la creía aunque el la contaba siempre muy serio y todos se reían siempre de él y él se indignaba muchísimo.
- ¿Pero qué recuerdas de la historia del piano? Algo recordarás...
- El abuelo...es una tontería...
- Venga, cuéntalo. ¡Seguro que para el abuelo no era una tontería!
- Bueno, no, el lo contaba siempre muy serio...
...Esto no es un piano de pared, pequeña. Aunque pueda parecerlo. La verdad es que es la pared la que es de piano. Sí, no me mires así. Tu abuelo me contó que cuando todo esto no era más que un descampado el piano ya estaba aquí, de algún modo había brotado del suelo, quizás cayó sobre aquí la semilla de alguna melodía triste que volando desde muy lejos fecundó la tierra que hay bajo nuestros pies. A mi padre le sorprendió mucho encontrar en mitad de estos prados verdes un piano tan profundamente hundido en el suelo, y la humedad del terreno no parecía estropear el material (el sabía mucho de eso, el abuelo era ebanista, ¿sabes?). Preguntó a los lugareños y a todos les parecía, ciertamente, muy extraño, pero siempre había estado ahí, así que en el fondo para ellos era algo normal ¿entiendes? Siempre había estado ahí, antes que ellos, ni el más anciano del lugar podía recordar si en algún momento no había habido piano en el pasto. Así que un día trajo un pico y una pala y comenzó a excavar en torno al piano, buscando las raices, para poder transplantar esa extraordinaria planta y llevársela a tu abuela (tu abuela era jardinera y le encantaban las plantas raras). Pero el piano se hundía tan profundo en la tierra que el abuelo se dió por vencido: aprovechó que ya había cavado tan profundo para fijar en este suelo los cimientos de esta casa. Esta casa, hija mía, se construyó en torno a este piano. Y por eso el piano es un piano, y la pared es una pared de piano; es el piano el que sujeta la pared, y son sus raíces que se hunden hasta el corazón de esta tierra las que sustentan toda esta casa. Y cuando el piano suena desafinado simplemente es que hay que regarlo un poco. La abuela ideó para eso un sistema muy ingenioso que ya te enseñaré algún día. El problema es que ni mi madre ni mi padre sabían música, no sabían tocar el piano y si no tiene sentido tener un piano decorativo en una casa, imagínate construir una casa en torno a un piano que nunca va a ser tocado. Y ese fué el motivo por el que tus tías y yo vinimos al mundo...y visto con perspectiva, el motivo por el que tu estás aquí, mi pequeña...

lunes, 12 de enero de 2009

Herramienta del destino asesino

Desgarrador Maullido se enseñorea de las calles con su fenomenal grito desesperado, el fantasma que me persigue en las noches y que me llama asesino de gatos. Intervenir de manera absurda en el ciclo de la vida con el narcisismo inherente al ser humano consciente, que comete el error de asumirse por encima del instinto. Es la misma historia de Samuel Beckett y el erizo. Camino por la acera, pensando en mis pensamientos (profundos, ahora soy incapaz de recordarlos, seguro que en aquellos momentos me iba la vida y el alma en ello, volvía de su casa a la mía en los días moribundos de nuestra relación) y se atraviesa con total elegancia ese gato atigrado que había nacido en la calle y sobrevivido a la vida cruel de los felinos callejeros hasta ese día en el que el destino fatal se cruza en forma de torpe humano distraído y miedoso. Es de noche, ni un alma en la calle. Se dirige hacia la carretera, paso decidido, firme, calculado. Cometo la estupidez de sentirme en sintonía con ese animal, yo, proyecto de ratón de biblioteca, tan callejero como un Yorkshire con moño, jersey de rombos y lacito rosa. Detecto el leve ronquido de un motor que se acerca a mi espalda (estoy tan orgulloso de mi buen oído que me dejo guiar por él en muchas ocasiones, en estúpidas demostraciones de habilidad que sólo yo saboreo, feliz y confiado de mi sentido arácnido, cuantas veces habré cruzado la calle sin mirar, confiado en mis afinados sebtidos capaces de calcular por la intensidad del rumor la distancia del potencial peligro y su velocidad y trayectoria) y me siento en posición de advertir al gato callejero desde esa absurda posición de superioridad que me otorga mi cerebro racional. No sé comunicarme con los gatos (nunca he destacado por mi empatía animal, demasiado complejas las miradas de los animales para conectar con ellas sin una pizca de temor (incluso con los domésticos, presiento con eminente claridad la veta salvaje, irracional e instintiva que brilla en el fondo de sus pupilas, esa ilusión del control que es madre de todos mis temores) y ellos detectan sin dificultad lo que oculta el fondo de mi alma, ese miedo racional que atenaza mi espíritu inconsciente e irracional), por lo que entono un patético pero universal “Misi, misi, misi”.

El gato me observa sorprendido. Estoy seguro de que ya era perfectamente consciente de mi presencia y que (inocente) me había descartado como amenza, pero mi estúpida interjección sin duda no la había previsto. Los animales siempre deben sentirse sorprendidos y asustados de la incontrolable estupidez humana, de nuestra descorazonadora imprevisibilidad. Y se queda así, mirándome, mientras sus patas siguen avanzando elegantes, ágiles, ya está en medio de la carretera, los faros le iluminan, echa a correr corrigiendo desesperadamente la trayectoria. Sólo escucho un golpe seco, como el pasar de un coche sobre un bache acolchado. Aterrado cierro fuerte los ojos y con una profunda sensación de angustia aprieto el paso, llegando hasta el punto fatídico en el que el desdichado animal se cruzó en mi camino. Giro la cabeza sólo un segundo, un fotograma fugaz, subliminal, su elegante cuerpo aplastado y reventado sobre el asfalto. Miro hacia delante y me apresuro en llegar a casa.


Paso el mal trago con varios cigarros y mi mente voluble enseguida vuela hacia otras cosas. Cuando por fin me voy a la cama y apago la luz lo escucho por primera vez, ese chillido lastimoso, ese llanto de bebé cargado de rabia y fuerza. Otros gatos maúllan todas las noches, pero sólo cuando cae el frío y la niebla, por encima de todos ellos, por encima del ruido de los trenes y el rumor sordo de mis propios pensamientos divagantes, ese gato que imagino negro y espectral acusa a mi estúpido orgullo por encima de todos los demás. Y yo desearía ser una piedra idiota, sin oídos ni recuerdos.