miércoles, 30 de diciembre de 2009
miércoles, 23 de diciembre de 2009
M O O N D O G
jueves, 17 de diciembre de 2009
AHORA
martes, 15 de diciembre de 2009
martes, 8 de diciembre de 2009
domingo, 6 de diciembre de 2009
in weiter ferne, so nah
"Facilis descensus Averni" en la Divina Comedia. Grabado de Gustave Dore
Licht, das leuchtet und entzündet,
Wer das Licht des Lichtes findet,
Braucht des eitlen Wissens nicht.
Wer vom Licht sich abgewendet,
Der bewillkommt froh die Nacht,
Dass die selt’ne Gabe spendet,
Ihn belohnt mit dunkler Macht.
Mische, sinne, wirke, strebe,
Mühe dich, du Erdensohn,
Dass zu fein nicht dein Gewebe,
Und der Tat nicht gleich der Lohn.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Tormenta y arrebato
Una vieja leyenda cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado cazar en el bosque al sabio Sileno, acompañante de Dioniso, sin poder cogerlo. Cuando por fin cayó en sus manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el demón; hasta que, forzado por el rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en medio de una risa estridente: "Estirpe miserable de un día, hijos del azar y la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo que para tí sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para tí - morir pronto"
domingo, 22 de noviembre de 2009
Solve
No puedo hablar contigo, así que aprovecho este momento (extraño) para hablar conmigo y no tengo nada que decirme.
Paredes infinitas encerrando ilimitados espacios abiertos. Mirada extrañada de sueños congelados.
Hay un cuadro de Klee...
Esto es tremendo. Como Benjamin, con todo su genio, con toda su obsesión vió esto en el garabato de Klee. Perdió, sin embargo, el detalle de la mirada sesgada. La mirada sesgada y tanta ruina...
Y mientras yo buscando con algo de solve un poco de coagula. Y no lo encuentro, aunque me digan tantas cosas como aquí:
domingo, 8 de noviembre de 2009
viernes, 6 de noviembre de 2009
miércoles, 28 de octubre de 2009
lunes, 19 de octubre de 2009
sábado, 10 de octubre de 2009
.0.
de los que es posible alejarse a poco que uno se tome el trabajo, parajes misteriosos, amueblados con los misterios habituales. Escucho y me oigo dictar un mundo paralizado en el momento de perder el equilibrio, bajo una luz débil y tranquila sin más, suficiente para ver, ustedes comprenderán, y también paralizada. Y oigo murmurar que todo se dobla y cae, como bajo una pesada carga, pero aquí no hay carga, y también el sol, poco adecuado para llevar cargas, y y también la luz, hacia un final que parece que no va a llegar nunca. Porque ¿qué fin podrían tener estas soledades donde nunca hubo verdadera claridad, ni equilibrio, ni simple tierra firme, sino perpetuamente esos objetos pendientes deslizándose en un derrumbamiento sin fin, bajo un cielo sin recuerdo de alborada ni esperanza de atardecer? Digo estos objetos, pero ¿qué objetos, venidos de dónde, formados de qué sustancia? Y parece que aquí nada se mueva, ni se ha movido nunca, ni se moverá nunca, salvo yo, que tampoco me muevo cuando estoy aquí, sino que miro y me hago ver. Si, es un mundo acabado, pesa a las apariencias, su fin le dio origen, empezó al acabar, ¿me expreso con bastante claridad? Y yo también estoy acabado, cuando me encuentro ahí, se me cierran los ojos, cesan mis sufrimientos y termino, doblado como no pueden hacerlo los vivos. Y si hubiera seguido escuchando aquel hálito lejano, callado hace tanto tiempo y que termino por escuchar, hubiera sabido todavía más cosas a este respecto. Pero no escucharé más, de momento, aquel hálito lejano, porque no me gusta, y hasta le temo. Pero no es un sonido como los demás, que se escuchan cuando uno quiere y muchas veces pueden hacerse cesar, alejándose o tapándose los oídos, sino que es un sonido que empieza de pronto a zumbar en la cabeza de uno, sin saber cómo ni por qué. Es la cabeza quien lo oye, las orejas no tienen nada que ver, y no hay modo de pararlo, se para cando quiere. No tiene importancia que le preste atención o no, lo estaré oyendo siempre, ni un trueno podría ocultármelo antes de que quiera cesar. Pero no tengo ninguna obligación de hablar de él , ya que no es asunto mío. Y no es asunto mío, de momento. No, de momento mi asunto es terminar aquella historia de la luna que quedó inacabada, sí, ya sé que éste es mi asunto. Y aunque lo terminaré peor que si estuviera en plena posesión de mis facultades, de todos modos voy a terminarlo,lo mejor que pueda, o al menos eso creo. [...]
Samuel Beckett , Molloy.
Traducción: Pedro Ginferrer. Ed. Alianza/Lumen
lunes, 28 de septiembre de 2009
Kavafis (reprise)
sensación amada, retorna y tómame -
cuando la memoria del cuerpo despierta
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...
K.K. 1863 - 1933
martes, 18 de agosto de 2009
la turbulencia que llaman Yo.
Estalla y se precipitan
todos los pensamientos estériles.
Toda vida muere de asfixia.
Este desierto es el Abismo en el que se halla el Universo
Las estrellas no son sino cardos inútiles
en este punto maldito
en un mundo de gozo,
ahora y luego los Viajeros cruzan el desierto;
vienen desde el Gran Mar
y al Gran Mar se encaminan.
En su marcha derraman agua,
un día regarán el Desierto hasta que florezca.
¡Mirad! ¡Huellas de camello! V.V.V.V.V.
miércoles, 29 de julio de 2009
viernes, 26 de junio de 2009
jueves, 25 de junio de 2009
El cuaderno vuelve al estante de los cuadernos en blanco, más y más cuadernos en blanco, esperando, guardando dentro de si el secreto mudo de las palabras no escritas, hermosos en su silencio, callados. Acechantes.
domingo, 24 de mayo de 2009
PRONÓSTICO
martes, 5 de mayo de 2009
miércoles, 22 de abril de 2009
viernes, 17 de abril de 2009
CHRISTINA ROSENVINGE
Chord.
viernes, 3 de abril de 2009
sábado, 7 de marzo de 2009
ESCHER
desde cuando el mundo está al revés y
por que nadie me ha avisado de que dábamos la
vuelta.
Otra vez volver a empezar, al menos
un comienzo,
ruinas nuevas y caminos viejos
desandar lo andado, desandar lo andado
lo andado para qué
para volver al principio y yo que ya estaba
acostumbrándome a tener el cielo a mis pies
y la ciudad, laberinto de estalactitas
pendiendo sobre mi cabeza...
jueves, 5 de marzo de 2009
martes, 3 de marzo de 2009
ANTEROS
y en mi cuello flexible una cabeza indómita;
es porque yo provengo de la raza de Anteo
y hago volver los dardos contra el dios vencedor.
Yo soy de aquéllos, sí, que el Vengador alienta,
él me marcó la frente con su boca irritada,
bajo la palidez de Abel, llena de sangre,
lel rubor implacable de Caín tengo a veces!
Jehovah, aquél que, vencido por tu genio, el postrero,
del fondo del infierno gritaba: “¡Oh tiranía!”
es mi abuelo Belús o mi padre Dagón…
Tres veces me bañaron en las aguas del Cócito,
y, único protector de mi madre Amalécita,
siempre a sus pies los dientes del viejo dragón, siembro.
Gerard de Nerval
Versión de Aníbal Núñez
martes, 24 de febrero de 2009
0.1.
Esto comienza a ser siniestro. Una idea siniestra. Dibujo Aleph א.
viernes, 16 de enero de 2009
jueves, 15 de enero de 2009
&
Jacques Percipied responde:
...desde el otro punto de vista, el del encuadre perfecto, la acción corriendo de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha, pero siempre estableciendo, plano a plano, secuencia a secuencia, esa perfección, ese punto de fuga inevitable en un sofá rojo, un viejo retrato familiar o la partitura amarillenta con la que las pequeñas practicaban frente al vetusto pero siempre afinado piano de pared. Y ahí estaba esa señal inequívoca, esos fósiles cuya pervivencia era señal y huella material del paso del (dudoso) tiempo, de los que nos habían precedido. Objetos que aún pertenecían a sus dueños, aunque estos hubieran dejado de existir mucho (dudoso) tiempo antes: la mantilla de la abuela, el cuadro de los abuelos, el sofá de los abuelos...
- ¿Y el piano? ¿por qué el piano no es del abuelo, no es el piano del abuelo?
- El piano...es curioso. La verdad es que nunca supe con seguridad de donde sacó el abuelo ese piano. El abuelo contaba que el piano era parte de la casa antes de que ellos llegaran aquí, me lo solía contar de pequeña, cuando aporreaba las teclas sin compasión el abuelo me solía regañar, insistía en que había que cuidar el piano, contaba una historia... no la recuerdo muy bien, yo no me la creía aunque el la contaba siempre muy serio y todos se reían siempre de él y él se indignaba muchísimo.
- ¿Pero qué recuerdas de la historia del piano? Algo recordarás...
- El abuelo...es una tontería...
- Venga, cuéntalo. ¡Seguro que para el abuelo no era una tontería!
- Bueno, no, el lo contaba siempre muy serio...
...Esto no es un piano de pared, pequeña. Aunque pueda parecerlo. La verdad es que es la pared la que es de piano. Sí, no me mires así. Tu abuelo me contó que cuando todo esto no era más que un descampado el piano ya estaba aquí, de algún modo había brotado del suelo, quizás cayó sobre aquí la semilla de alguna melodía triste que volando desde muy lejos fecundó la tierra que hay bajo nuestros pies. A mi padre le sorprendió mucho encontrar en mitad de estos prados verdes un piano tan profundamente hundido en el suelo, y la humedad del terreno no parecía estropear el material (el sabía mucho de eso, el abuelo era ebanista, ¿sabes?). Preguntó a los lugareños y a todos les parecía, ciertamente, muy extraño, pero siempre había estado ahí, así que en el fondo para ellos era algo normal ¿entiendes? Siempre había estado ahí, antes que ellos, ni el más anciano del lugar podía recordar si en algún momento no había habido piano en el pasto. Así que un día trajo un pico y una pala y comenzó a excavar en torno al piano, buscando las raices, para poder transplantar esa extraordinaria planta y llevársela a tu abuela (tu abuela era jardinera y le encantaban las plantas raras). Pero el piano se hundía tan profundo en la tierra que el abuelo se dió por vencido: aprovechó que ya había cavado tan profundo para fijar en este suelo los cimientos de esta casa. Esta casa, hija mía, se construyó en torno a este piano. Y por eso el piano es un piano, y la pared es una pared de piano; es el piano el que sujeta la pared, y son sus raíces que se hunden hasta el corazón de esta tierra las que sustentan toda esta casa. Y cuando el piano suena desafinado simplemente es que hay que regarlo un poco. La abuela ideó para eso un sistema muy ingenioso que ya te enseñaré algún día. El problema es que ni mi madre ni mi padre sabían música, no sabían tocar el piano y si no tiene sentido tener un piano decorativo en una casa, imagínate construir una casa en torno a un piano que nunca va a ser tocado. Y ese fué el motivo por el que tus tías y yo vinimos al mundo...y visto con perspectiva, el motivo por el que tu estás aquí, mi pequeña...
lunes, 12 de enero de 2009
Herramienta del destino asesino
Desgarrador Maullido se enseñorea de las calles con su fenomenal grito desesperado, el fantasma que me persigue en las noches y que me llama asesino de gatos. Intervenir de manera absurda en el ciclo de la vida con el narcisismo inherente al ser humano consciente, que comete el error de asumirse por encima del instinto. Es la misma historia de Samuel Beckett y el erizo. Camino por la acera, pensando en mis pensamientos (profundos, ahora soy incapaz de recordarlos, seguro que en aquellos momentos me iba la vida y el alma en ello, volvía de su casa a la mía en los días moribundos de nuestra relación) y se atraviesa con total elegancia ese gato atigrado que había nacido en la calle y sobrevivido a la vida cruel de los felinos callejeros hasta ese día en el que el destino fatal se cruza en forma de torpe humano distraído y miedoso. Es de noche, ni un alma en la calle. Se dirige hacia la carretera, paso decidido, firme, calculado. Cometo la estupidez de sentirme en sintonía con ese animal, yo, proyecto de ratón de biblioteca, tan callejero como un Yorkshire con moño, jersey de rombos y lacito rosa. Detecto el leve ronquido de un motor que se acerca a mi espalda (estoy tan orgulloso de mi buen oído que me dejo guiar por él en muchas ocasiones, en estúpidas demostraciones de habilidad que sólo yo saboreo, feliz y confiado de mi sentido arácnido, cuantas veces habré cruzado la calle sin mirar, confiado en mis afinados sebtidos capaces de calcular por la intensidad del rumor la distancia del potencial peligro y su velocidad y trayectoria) y me siento en posición de advertir al gato callejero desde esa absurda posición de superioridad que me otorga mi cerebro racional. No sé comunicarme con los gatos (nunca he destacado por mi empatía animal, demasiado complejas las miradas de los animales para conectar con ellas sin una pizca de temor (incluso con los domésticos, presiento con eminente claridad la veta salvaje, irracional e instintiva que brilla en el fondo de sus pupilas, esa ilusión del control que es madre de todos mis temores) y ellos detectan sin dificultad lo que oculta el fondo de mi alma, ese miedo racional que atenaza mi espíritu inconsciente e irracional), por lo que entono un patético pero universal “Misi, misi, misi”.
El gato me observa sorprendido. Estoy seguro de que ya era perfectamente consciente de mi presencia y que (inocente) me había descartado como amenza, pero mi estúpida interjección sin duda no la había previsto. Los animales siempre deben sentirse sorprendidos y asustados de la incontrolable estupidez humana, de nuestra descorazonadora imprevisibilidad. Y se queda así, mirándome, mientras sus patas siguen avanzando elegantes, ágiles, ya está en medio de la carretera, los faros le iluminan, echa a correr corrigiendo desesperadamente la trayectoria. Sólo escucho un golpe seco, como el pasar de un coche sobre un bache acolchado. Aterrado cierro fuerte los ojos y con una profunda sensación de angustia aprieto el paso, llegando hasta el punto fatídico en el que el desdichado animal se cruzó en mi camino. Giro la cabeza sólo un segundo, un fotograma fugaz, subliminal, su elegante cuerpo aplastado y reventado sobre el asfalto. Miro hacia delante y me apresuro en llegar a casa.
Paso el mal trago con varios cigarros y mi mente voluble enseguida vuela hacia otras cosas. Cuando por fin me voy a la cama y apago la luz lo escucho por primera vez, ese chillido lastimoso, ese llanto de bebé cargado de rabia y fuerza. Otros gatos maúllan todas las noches, pero sólo cuando cae el frío y la niebla, por encima de todos ellos, por encima del ruido de los trenes y el rumor sordo de mis propios pensamientos divagantes, ese gato que imagino negro y espectral acusa a mi estúpido orgullo por encima de todos los demás. Y yo desearía ser una piedra idiota, sin oídos ni recuerdos.
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