viernes, 16 de enero de 2009

Poe



El Cuervo, por Vincent Price.



De Historias Extraordinarias, fragmento dirigido por Fellini.

jueves, 15 de enero de 2009

&

Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont (1846-1870) dijo:

Dos pilares que no era difícil, y mucho menos imposible, tomar por baobabs, se distinguían en el valle, con un tamaño superior al de dos alfileres. En efecto, eran dos torres enormes. Y aunque dos baobabs, al primer golpe de vista no se parecen en nada a dos alfileres, ni siquiera a dos torres, se puede afirmar sin temor a equivocarse que, manejando con habilidad los hilos de la prudencia (pues si esta afirmación estuviera acompañada de la menor pizca de incertidumbre, ya no sería una afirmación; aunque un mismo nombre designe a esos dos fenómenos del alma que presentan caracteres demasiado netos para que se los pueda confundir con ligereza) un baobab no difiere tanto de un pilar como para hacer inconcebible la comparación entre esas formas arquitecturales... o geométricas... o una y otra... o ni una ni otra... o más bien formas elevadas y compactas. Acabo de encontrar, no tengo pretensión de sostener lo contrario, los epítetos apropiados para los sustantivos pilar y baobab; y entiéndase bien que no es sin mezcla de alegría y orgullo que lo hago notar a aquellos que, después de haber abierto los ojos, han tomado la loable decisión de recorrer estas páginas, mientras arde la bujía, si es de noche, y mientras brilla el sol, si es de día. Y hay que advertir además que aun cuando una potencia superior nos ordenara, en los términos más claramente precisos, arrojar a los abismos del caos la juiciosa comparación que todos han podido sin duda saborear con impunidad, no debe perderse de vista este axioma primordial, los hábitos adquiridos en el transcurso de los años, los libros, el contacto con sus semejantes y el carácter inherente a cada uno que se desarrolla eb rápido florecimiento, impondrían, en el espíritu humano, el irreparable estigma de la recidivia en el empleo criminal (criminal si nos colocamos momentánea y espontáneamente en el punto de vista de la potencia superior) de una figura retórica que más de uno desprecia pero que muchos ponderan. Si el lector encuentra esta frase demasiado larga, le pido que acepte mis excusas, aunque sin esperar bajezas de mi parte. Puedo tener defectos, pero no los agravaré por cobardía. Mis razonamientos chocan a veces contra los cascabeles de la locura, y la apariencia sería de lo que al fin de cuentas sólo es grotesco (aunque según ciertos filósofos, sea difícil diferenciar al bufón del melancólico, puesto que la vida misma es un drama cómico o una comedia dramática); sin embargo, le está permitido a todo el mundo matar moscas, y hasta rinocerontes, a fin de distraerse, de vez en cuando, de un trabajo demasiado escabroso. Para matar moscas ésta es la manera más expeditiva, aunque no quizá la mejor: se las aplasta entre los dos primeros dedos de la mano. La mayor parte de los autores que han tratado este asunto a fondo, han llegado a la conclusión, muy verosímil, de que es preferible, en muchos casos, cortarles la cabeza. Si alguien me reprocha el hablar de alfileres por ser un tema radicalmente frívolo, que considere, sin prejuicios, que los más grandes efectos los producen, a menudo, las más pequeñas causas. Y para no alejarme demasiado del marco de esta hoja de papel, ¿no se advierte que el laborioso fragmento literario que estoy por componer desde el comienzo de esta estrofa, sería quizá menos gustado si tomara su punto de apoyo en una cuestión espinosa de química o de patología interna? Por lo demás, todos los gustos están en la naturaleza y, cuando al cimeinzo comparé los pilares con los alfileres con tanta exactitud (por supuesto no imaginaba que un día habrían de reprochármelo) me basé en esas leyes de la óptica que establecen que, mientras más alejado esté el rayo visual de un objeto, más pequeña resulta la imagen reflejada en la retina...
Extracto del CANTO CUARTO de LOS CANTOS DE MALDOROR, citado por André Bretón en su ANTOLOGÍA DEL HUMOR NEGRO (Anagrama, 1991)

Jacques Percipied responde:

...desde el otro punto de vista, el del encuadre perfecto, la acción corriendo de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha, pero siempre estableciendo, plano a plano, secuencia a secuencia, esa perfección, ese punto de fuga inevitable en un sofá rojo, un viejo retrato familiar o la partitura amarillenta con la que las pequeñas practicaban frente al vetusto pero siempre afinado piano de pared. Y ahí estaba esa señal inequívoca, esos fósiles cuya pervivencia era señal y huella material del paso del (dudoso) tiempo, de los que nos habían precedido. Objetos que aún pertenecían a sus dueños, aunque estos hubieran dejado de existir mucho (dudoso) tiempo antes: la mantilla de la abuela, el cuadro de los abuelos, el sofá de los abuelos...
- ¿Y el piano? ¿por qué el piano no es del abuelo, no es el piano del abuelo?
- El piano...es curioso. La verdad es que nunca supe con seguridad de donde sacó el abuelo ese piano. El abuelo contaba que el piano era parte de la casa antes de que ellos llegaran aquí, me lo solía contar de pequeña, cuando aporreaba las teclas sin compasión el abuelo me solía regañar, insistía en que había que cuidar el piano, contaba una historia... no la recuerdo muy bien, yo no me la creía aunque el la contaba siempre muy serio y todos se reían siempre de él y él se indignaba muchísimo.
- ¿Pero qué recuerdas de la historia del piano? Algo recordarás...
- El abuelo...es una tontería...
- Venga, cuéntalo. ¡Seguro que para el abuelo no era una tontería!
- Bueno, no, el lo contaba siempre muy serio...
...Esto no es un piano de pared, pequeña. Aunque pueda parecerlo. La verdad es que es la pared la que es de piano. Sí, no me mires así. Tu abuelo me contó que cuando todo esto no era más que un descampado el piano ya estaba aquí, de algún modo había brotado del suelo, quizás cayó sobre aquí la semilla de alguna melodía triste que volando desde muy lejos fecundó la tierra que hay bajo nuestros pies. A mi padre le sorprendió mucho encontrar en mitad de estos prados verdes un piano tan profundamente hundido en el suelo, y la humedad del terreno no parecía estropear el material (el sabía mucho de eso, el abuelo era ebanista, ¿sabes?). Preguntó a los lugareños y a todos les parecía, ciertamente, muy extraño, pero siempre había estado ahí, así que en el fondo para ellos era algo normal ¿entiendes? Siempre había estado ahí, antes que ellos, ni el más anciano del lugar podía recordar si en algún momento no había habido piano en el pasto. Así que un día trajo un pico y una pala y comenzó a excavar en torno al piano, buscando las raices, para poder transplantar esa extraordinaria planta y llevársela a tu abuela (tu abuela era jardinera y le encantaban las plantas raras). Pero el piano se hundía tan profundo en la tierra que el abuelo se dió por vencido: aprovechó que ya había cavado tan profundo para fijar en este suelo los cimientos de esta casa. Esta casa, hija mía, se construyó en torno a este piano. Y por eso el piano es un piano, y la pared es una pared de piano; es el piano el que sujeta la pared, y son sus raíces que se hunden hasta el corazón de esta tierra las que sustentan toda esta casa. Y cuando el piano suena desafinado simplemente es que hay que regarlo un poco. La abuela ideó para eso un sistema muy ingenioso que ya te enseñaré algún día. El problema es que ni mi madre ni mi padre sabían música, no sabían tocar el piano y si no tiene sentido tener un piano decorativo en una casa, imagínate construir una casa en torno a un piano que nunca va a ser tocado. Y ese fué el motivo por el que tus tías y yo vinimos al mundo...y visto con perspectiva, el motivo por el que tu estás aquí, mi pequeña...

lunes, 12 de enero de 2009

Herramienta del destino asesino

Desgarrador Maullido se enseñorea de las calles con su fenomenal grito desesperado, el fantasma que me persigue en las noches y que me llama asesino de gatos. Intervenir de manera absurda en el ciclo de la vida con el narcisismo inherente al ser humano consciente, que comete el error de asumirse por encima del instinto. Es la misma historia de Samuel Beckett y el erizo. Camino por la acera, pensando en mis pensamientos (profundos, ahora soy incapaz de recordarlos, seguro que en aquellos momentos me iba la vida y el alma en ello, volvía de su casa a la mía en los días moribundos de nuestra relación) y se atraviesa con total elegancia ese gato atigrado que había nacido en la calle y sobrevivido a la vida cruel de los felinos callejeros hasta ese día en el que el destino fatal se cruza en forma de torpe humano distraído y miedoso. Es de noche, ni un alma en la calle. Se dirige hacia la carretera, paso decidido, firme, calculado. Cometo la estupidez de sentirme en sintonía con ese animal, yo, proyecto de ratón de biblioteca, tan callejero como un Yorkshire con moño, jersey de rombos y lacito rosa. Detecto el leve ronquido de un motor que se acerca a mi espalda (estoy tan orgulloso de mi buen oído que me dejo guiar por él en muchas ocasiones, en estúpidas demostraciones de habilidad que sólo yo saboreo, feliz y confiado de mi sentido arácnido, cuantas veces habré cruzado la calle sin mirar, confiado en mis afinados sebtidos capaces de calcular por la intensidad del rumor la distancia del potencial peligro y su velocidad y trayectoria) y me siento en posición de advertir al gato callejero desde esa absurda posición de superioridad que me otorga mi cerebro racional. No sé comunicarme con los gatos (nunca he destacado por mi empatía animal, demasiado complejas las miradas de los animales para conectar con ellas sin una pizca de temor (incluso con los domésticos, presiento con eminente claridad la veta salvaje, irracional e instintiva que brilla en el fondo de sus pupilas, esa ilusión del control que es madre de todos mis temores) y ellos detectan sin dificultad lo que oculta el fondo de mi alma, ese miedo racional que atenaza mi espíritu inconsciente e irracional), por lo que entono un patético pero universal “Misi, misi, misi”.

El gato me observa sorprendido. Estoy seguro de que ya era perfectamente consciente de mi presencia y que (inocente) me había descartado como amenza, pero mi estúpida interjección sin duda no la había previsto. Los animales siempre deben sentirse sorprendidos y asustados de la incontrolable estupidez humana, de nuestra descorazonadora imprevisibilidad. Y se queda así, mirándome, mientras sus patas siguen avanzando elegantes, ágiles, ya está en medio de la carretera, los faros le iluminan, echa a correr corrigiendo desesperadamente la trayectoria. Sólo escucho un golpe seco, como el pasar de un coche sobre un bache acolchado. Aterrado cierro fuerte los ojos y con una profunda sensación de angustia aprieto el paso, llegando hasta el punto fatídico en el que el desdichado animal se cruzó en mi camino. Giro la cabeza sólo un segundo, un fotograma fugaz, subliminal, su elegante cuerpo aplastado y reventado sobre el asfalto. Miro hacia delante y me apresuro en llegar a casa.


Paso el mal trago con varios cigarros y mi mente voluble enseguida vuela hacia otras cosas. Cuando por fin me voy a la cama y apago la luz lo escucho por primera vez, ese chillido lastimoso, ese llanto de bebé cargado de rabia y fuerza. Otros gatos maúllan todas las noches, pero sólo cuando cae el frío y la niebla, por encima de todos ellos, por encima del ruido de los trenes y el rumor sordo de mis propios pensamientos divagantes, ese gato que imagino negro y espectral acusa a mi estúpido orgullo por encima de todos los demás. Y yo desearía ser una piedra idiota, sin oídos ni recuerdos.


sábado, 27 de diciembre de 2008

Ressonance II

DON'T TRY

Es el tercer round. Tercer round.
Ya me tumbaron aquella vez en Helsinki y luego una vez más en Stuttgart (pronúncialo otra vez. Con dulzura. ). Los dientes, mal. La primera vez que perdí uno me asusté bastante, pero luego pude quitarle importancia. Ahora ni siquiera me doy cuenta. Como los pelos que quedan en la almohada.

Aún conservo el juego de piernas para bailar con el hijoputa del calzón azul. Mis directos no son rápidos y la izquierda anda floja, pero me cubro como una roca y el gancho siempre es letal. Mido a mi rival, controlo sus fuerzas. Le engaño con las mias.

Aún así, hoy me he visto en el espejo y creo que de verdad me hago viejo.

Dong
Dong

Ressonance I

Empieza con un sonido metálico, frecuencias inauditas para el oído humano.
- Tómame de la mano y siente como se extiende la vibración eterna, de unos a otros pasa del suelo a la suela, de sólido a sublime.

Con el alma dormida, soñada azul verdosa, saboreada, con el gusto de una pila alcalina por el polo positivo. Todo es ahora.

Tón
Tón
Tón

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Hic et hoc

Este sitio parece un buen lugar. Parece el lugar. Es un antro, dos viejos borrachos y tres viejas putas. No. No todas son viejas. Hay también dos viejos, sólo uno está borracho. El otro está tomando café. Nadie me mira, ni siquiera el camarero. La música. Nadie me ve.

Si me fuera ahora
nadie sabría que he estado aquí.

Entonces entras tú, distraído, miras las paredes. No miras las paredes: miras el humo que flota. Llevas el ritmo de la música con tus dedos mientras agitas los hielos en el fondo de tu copa. De sólido a líquido. Agito los hielos en el fondo de mi copa, desprenden vapor cuando acerco mi mano. De sólido a gas.

Si me fuera ahora
no sabrías que he estado aquí.

Necesito estar despierta. En el baño, un espejo. Un reflejo que huye. Sólo un poquito, para estar despierta. Dos ojos que brillan. El reflejo me espera. Soy yo la que está huyendo, salgo y te miro. Te detienes en mis ojos, en mi boca. No puedo marcharme.

Si me fuera ahora
sabrías que he estado aquí
y que me he ido.

Y tu no estás aquí

ESTE MOMENTO ES
EL ÚNICO
MOMENTO
____________
____________

Lo demás es sueño,
es duna, polvo
tormenta de arena

Ámame

Te he divisado entre las sombras y los vagos rumores de las gentes que consumen su tiempo apretando el paso, no estamos aquí, no existe el ahora, siempre ha sido así, – brillo resucitado, esencia primera, verbo - he estado en todos los lugares buscando tu tacto en mis entrañas, soñando cómo tu aliento acaricia el espacio vacío de vida que se esconde entre mis pulmones llenos de humo.

Ámame. Deséame. Destrózame.

Pero no

te quedes

a mi lado.



viernes, 12 de diciembre de 2008

Esgrima Bohemia

Foto: El Loco, del tarot de Dave McKean




[...]

Rebuscó en los bolsillos agujereados de su largo chaquetón de paño un encendedor de gasolina con el que reanimó los restos de un cigarrillo de marihuana ennegrecido por el aceitoso humo. Por un momento cruzó por su mente la imagen de sus propios pulmones, teñidos de ese mismo color, impregnados por la misma pátina opaca. Sintió un escalofrío, seguido de una absurda carcajadita, acompañada por una irónica negación con la cabeza, y dio otra larga calada. La lluvia era ligera pero constante. Subió el cuello del abrigo y se refugió en él, como un cuervo arrebujado. La lluvia, sin embargo, tenía la maravillosa cualidad de limpiar el aire de impurezas y las calles de gente. Comenzó a pasear, siguiendo su reflejo en los húmedos adoquines de la acera. Sus pasos le guiaban seguros y decididos a un lugar aún por concretar, pero que sin duda alguna sería el indicado. Inspiró por última vez el humo con regusto a margarita chamuscada y despidió la colilla con un gesto ágil y elegante, siguiéndo su trayectoria con una mirada de nostalgia hasta que finalmente encontró eterno reposo en un sucio charco de alivio. Carraspeó ligeramente, pasó un pañuelo de papel por sus labios resecos, y fijó su vista cansada hacia el frente, apretando el paso. El reloj de la catedral ya había dado el tercer cuarto y no le quedaba tiempo que perder, ya había perdido todo su tiempo tiempo atrás, en una apuesta desdichada.

[...]

“Que va a ser de mi. Que va a ser de mi. Tanto estúpido, cobarde egoísmo. Mi vida ha sido como la de una caja de cartón. El cartón es cartón. Puede contener muchas cosas. A lo largo de los años he llegado a aprender bastantes cosas sobre el cartón. En origen está fabricado con pasta, como el papel, y su consistencia depende de la concentración de la pasta, y de las capas que lo componen. La más importante es la interior, la capa ondulada. Esa es la que le ofrece consistencia. Cuando el cartón cumple con su función le esperan dos posibles destinos: ser destruido, arrojado a la basura, o ser reciclado. Yo he sido recipiente de muchas cosas hermosas, un sólido recipiente con una buena capa ondulada. Cuando me convertí en una caja vacía estuve tirado en la calle, como basura. Pudo haber sido el fin, pero unas almas caritativas me recogieron y arrojaron en el contenedor del reciclaje. Ahora mi alma de cartón reciclado y reblandecido está a penas llena de recuerdos difusos.”

[...]

Un elegante compás que sólo él escuchaba parecía determinar el ritmo de sus pasos, los pasos de un vals no demasiado antiguo, cuyo eco aún resonaba en sus adormecidos oídos. El duelo era al alba, y no acostumbraba a madrugar, por lo que había decidido hacer tiempo durante la noche bebiendo de taberna en taberna. El resultado fué algo peor de lo esperado: si sobrevivía al duelo de esa mañana tendría otro dentro de dos días tras un lamentable malentendido con un señor de buena familia y la furcia a la que manoseaba. Tuvo otros altercados de menor importancia con señoritas de mayor alcurnia que se habían saldado, afortunadamente, con un par de golpes bien encajados en la mandíbula y su largo abrigo empapado. Así que tenía frío, y sueño, y hambre, pero aún sabía a donde tenía que dirigirse, nadie reprocharía nada a su honor a pesar de su mejorable aspecto. Las botas desgastadas pero con su suela intacta, los pantalones demasiado arrastrados por el suelo, la camisa manchada de vino, el pañuelo en torno a su cuello manchado de carmín, la barba descuidada y el cabello largo y revuelto, su piel pálida y macilenta decorada por la huella de nudillos ajenos, el sombrero inclinado hacia un lado e impregnado de barro. Esta era la guisa del contendiente cuando llegó al verde y fantasmagórico parque, hora crucial. No había conservado a ninguno de los padrinos que había reclutado entre copas y jarras durante la larga vela de armas. ¿ - ¿Las armas del señor? – preguntó un pajarraco de mal agüero. A lo lejos el joven Conde de Algo realizaba estiramientos, espadín en mano, cortando un viento que no le había hecho nada. No parecía haber lugar para muchas esperanzas excepto por las negras nubes que anunciaban otra tormenta.
- Tengo mi espada justo aquí – logró decir con voz ronca, mientras desprendía la vaina de caoba de su bastón de estoque, preciada reliquia familiar desde que él mismo lo sustrajera de joven al primogénito de alguna distinguida familia. Estiró brevemente los codos hacia atrás con un sonoro chasquido de articulaciones enmohecidas, enderezó el estoque hacia el joven y respondió al marcial saludo de este cerrando los ojos.
Cuando los volvió a abrir la niebla hacía desaparecido de sus pupilas, ahora brillantes como el acero. Dirigiendo la vista hacia el cielo tomó aire.

- ¡Mira aquí, Marte! - Mil gotas de lluvia repicando contra el suelo respondieron a su voz temblorosa e imponente. Lo que sucedió después fué algo parecido a esto:

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Es diciembre otra vez. Siempre es diciembre otra vez. He vuelto a perder los verbos.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

.10.


Hay que comenzar de nuevo (esto puede suceder más de una vez) para que ciertas cosas cobren algún sentido. Yo tenía una cita contigo el domingo a las once, ya sabes que no aparecí a la hora. Lo que harías tú en el tiempo en que me esperabas no lo se, ni a donde fuiste luego, y no tuve tiempo de pensar en eso en los días siguientes, ya sabes, lo de mi perrito y todo lo demás. Tal vez Julian tenía razón, tal vez cualquier otra persona hubiera vuelto al parque a buscar a su perrito, pero yo tenía, no se como decirlo, tenía una sensación, un sentimiento de repulsa a volver al parque, buscar a mi perrito, no encontrarlo. Que el guarda me recordara y me detuviera por agresión y por abandonar un animal en el parque, no se como llamarlo, tenía, tengo, no se, tal vez sea sólo miedo. Quizás sea sólo eso.

Tal vez Julian también tenía razón en otra cosa: debería trabajar y no abandonar mi plan bajo ningún concepto. Necesitaba escribir el siguiente artículo. Claro que para situaciones así, momentos de bloqueo o desgana, tengo guardadas historias que en algún momento he decidido no utilizar, o bien pistas que he decidido no seguir y que pueden dar nueva luz a una historia vieja. A la redacción de la revista llegan a menudo cartas y correos electrónicos (más lo primero que lo segundo, a mis lectores les asusta la falta de privacidad en Internet) donde me hacen partícipe de locas teorías sobre algunos de los temas de los que he hablado, o incluso aportan nuevas pruebas, ideas para futuras investigaciones. Como he dicho la mayor parte de mis seguidores son unos estúpidos ignorantes o están locos, o una mezcla de ambas cosas y sus ideas son de los más sugerentes

Si rescataba alguna historia vieja iba a tener la excusa perfecta para no salir de casa hasta el jueves. Así que precisamente por eso escogí seguir una pista nueva, volvería a las calles, buscaría una nueva historia. Y a mi perrito.


Extraído de http://www.apocatastatico.blogspot.com/


Y también hay momentos como este. Cuando sin querer (o eso quieres creer) echas la vista hacia el pasado y te preguntas ¿de verdad ese era yo? ¿quiés es ese tío?- Miras al presente. La sensación de irrealidad no desaparece. Lo sorprendente, al fin, es que el tiempo no se detuvo. Y ahora estás en algún momento de tu devenir errabundo, con la sensación de que no deberías estar ahí. Que esta no es tu vida...



sábado, 18 de octubre de 2008

APOCATÁSTASIS

Lo contrario al apocalipisis, os presento este sencillo blog que acaba de iniciar mi buen amigo Goyo Graco, donde atenderemos a un diario de realidades paralelas de la mano de su alter-ego, Aldo Graco, un personaje peculiar. Se trata de un proyecto de novela blog (o algo así). Un servidor colabora también. Espero que lo visiteis y os guste.

http://apocatastatico.blogspot.com

jueves, 16 de octubre de 2008

La fibra sensible


Sólo eran las noches. Durante el día una extraña ensoñación lo teñía todo, la realidad se escapaba en destellos fugaces a penas captados por el rabillo del ojo, palabras pronunciadas con una voz que no era la mía, besos entregados con otros labios que no debían saber como los mios. Ni siquiera había espacio para el rechazo, para la tristeza: era una vida feliz, un vacío feliz decorado con pinceladas de tortura. A veces ese fino tejido se contraía o se estiraba demasiado, a veces podía intuír las arrugas y los desgarrones en mi alma. La mayor parte del tiempo lo pasaba con ganas de encerrarme sólo, a oscuras. Pero necesitaba el calor humano. Y además estaba ella, mi carcelera.

[...]

Cuando el Sol se ocultaba tenía que volver rápido a mi refugio, y ahí, en ese momento, cuando los ruidos de la calle y el humo que flotaba pesadamente eran mi única compañía despertaba a mi otra vida, la vida de la persecución temerosa, furibunda, la vida que desgastaba tratando de cazar una sombra agazapada en mi adormecida mente, y entonces, junto a la angustia y el dolor sentía también esa vibración en el pecho, al respirar, el latido de la vida, el gozo último de quien se sabe encerrado dentro de si mismo, cautivo en una trampa tendida por su propio instinto de supervivencia incontrolado. El pulso entre esa vida consciente y la otra anestesiada (aunque no sabría decir cual se corresponde con cual) terminaba con el sueño, que lejos de ser reparador la mayor parte de las veces dejaba en el aire de la mañana siguiente una interrogación aún más profunda. La sábana impregnada de sudor se adhiere a mi piel. Me levanto del colchón lleno de muelles sueltos y con paso resignado camino por las calles al amanecer de otro día de condena autoimpuesta, de la tortura de la puerta abierta que sólo viene a demostrar que aún confío en mi propia cobardía como mejor medida de seguridad para evitar una huída.

martes, 30 de septiembre de 2008

Respuesta

Cuando caigan del cielo los últimos pedazos de las estrellas que vimos nacer juntos.

jueves, 28 de agosto de 2008

Billingual

Wah... Esto es muy... bailongo... vaya pasada de tema, esto si que me ha sorprendido. Es Fank, o Funk, Funk, como decían... casi surrealista, minimalista, una base percusiva muy intensa... gracias por el temazo. Tenemos con nosotros al rey de la escena negra de Granaville, Mr. Wolverine aka. Isidoro. Gracias, Isidoro, pinchanos otra, por favor...Menudo pájaro, jajaja, no, que va, no es de familia adinerada ni nada, es que en Andalucía también se curra. Ahí empezó, poniendo copas..."

La luz roja está encendida.

Yo estoy haciendo mis cosas. Embalar cajas puede ser más complicado de lo que parece, y muy poco gratificante. Estoy con la última, chorreando sudor (ya va siendo hora de que me corte un poco el pelo, y de que me duche, de paso), cuando se abre la puerta. El tipo que la cruza es un poco más alto que yo (no muy alto), lleva una fina camisa rosa pálido, tiene la tez morena y el pelo corto y revuelto cuidadosamente con gomina. Tendrá unos treinta y dos años. Me saluda con sonrisa de gato de Cheshire y voz melodiosa.

- Hola, buenas tardes. Soy Germán Díaz, de Idiomas Sonny & Cher. Ejtamos haciendo una prueba de como ejtá el nivél de inglés por el centro, porque la verdad ej que sabemos bajtante poco inglés, fíjate, en Ejpaña hay muy pocos bilingües. Sin embargo en paises como Portugal, cuatro de cada diez habitantes lo son. ¿Que tal tu nivel de inglés?

Yo aún estoy pensando en que la cinta de la última caja está demasiado tirante, tengo que darle un par de vueltas más para que no se abra por la presión. Chorreo sudor. La camisa rosa pálido del individuo es tan fina que se le trasparenta el abundante vello de su torso fofo. En el bolsillo lleva un paquete de Lucky Strike, un mechero, y un bolígrafo Pilot Ultra Grip azul.

"...Piezas muy abstractas, a penas tienen melodía. No tienen casi estribillos, ni melodías, ni solos. Es un groove muy hermético, muy surrealista, con una poderosa linea de bajo y como muy... percusiva, casi tribal...tribal...muy bueno, Isidoro, muy bien..."

- Bien, mi nivel de inglés, suficiente para lo que necesito...
- Verás - me interrumpe sonriente - nuestro método es el método natural, como tu aprendiste español. A ti no te enseñaron primero la gramática, a ti te enseñaban una pelota y te decían "pelota". Por ejemplo.


Me mira mientras esboza una sonrisa maliciosa, como si estuviera en posesión de una gran verdad que estuviera a punto de revelarme secretamente. Saca el bolígrafo del bolsillo de la camisa y con un gesto a lo Tamariz lo deposita en la mesa.

- The ball pen is on the table.

Observo el bolígrafo sobre la mesa. Observo al tipo. Sonríe.

- ¿Que he dicho? - pregunta.
-El bolígrafo... está sobre la mesa - contesto dubitativamente.

"Aquí lo tenéis, a Isidoro, que es coleccionista de los que comparten, no como otros, que no comparte nada, son como Gollum, "Lo tengo yo y tu no. Lo tengo yo y tu no" Hahaha..."

Sonríe. Coge el bolígrafo y con el mismo gesto mágico lo devuelve a su bolsillo.

-The ball pen is in my pocket.

Esta vez no me dejo sorprender.

- El bolígrafo está en tu bolsillo. - respondo rápidamente.

Le observo. El sudor gotea por mi frente. Detecto el sonido del cartón resbalando de la cinta que precariamente trata de sujetar las solapas. La sonrisa se ensancha, los párpados caen ligeramente. Y entonces lanza al aire la gran revelación.

- ¿Y como has sabido que era bolígrafo? ¿Bolígrafo no ha sido siempre pencill?
¡ Los has sabido porque lo estabas viendo! ¡ Ese es el método natural !

La caja se abre. No tengo tiempo para esto, le comento, y se marcha sonriente diciendo algo tremendamente interesante. No tengo tiempo para esto.

Esta es una de las historias verídicas que me han acontecido en las últimas semanas. Pensé que tendría tiempo de darlas una forma y escribirlas en el blog. Sigo sin internet en casa, confiaba que este mes en el que iba a estar solo en el trabajo me serviría para ponerme al día con mi blog. Pero no he tenido tiempo gracias a Germán Díaz y otros como él, que sólo hacen su trabajo o sólo pasan por este mundo. Pero a mi me roban mi tiempo. Que asco.

Es curioso que este ciclo de mes haya terminado con un funeral. No ha sido un funeral muy doloroso, aunque era una persona cercana, pero no estaba muy unido a él. De hecho, lo único doloroso ha sido ver sufrir a los que si que lo estaban, acompañar su dolor. Pero me pasé toda la tarde (fué por la tarde) con los ojos muy abiertos, en ese estado semialucinado en el que estoy a veces, cuando lo absorvo todo como si yo no estuviera realmente allí, como si lo estuviera viendo en una bola de cristal muy vívida, con olores, con tactos, con sensaciones térmicas. Y los sonidos. Las monedas repicando en las cestas en la iglesia justo durante la Eucaristía, justo mientras el sacerdote dice "Haced esto en conmemoración mía". El organista con cara de Popeye (un ojo cerrado y la boca torcida) inspirado con unos acordes del réquiem de Mozart mientras el sacerdote espera a que alguien conteste "Es justo y necesario". La anciana del coro que lucha por que su voz suene por encima de las de las demás cuando entona lo de "Santo, santo, santo es el Señor" (que yo siempre asocio al Help! de los Beatles por cosas de jesuitas). La gente del pueblo que nos mira de reojo y comenta "quienes serán estos". El anciano sacerdote que trabajosamente gira en torno al ataúd salpicándolo de agua bendita. Las voces de los "operarios" de la funeraria y el camposanto mientras descargan la caja en el fondo del panteón, la bolsa polvorienta que colocan al lado, el grito del operario que se pilla la mano al volver a colocar la losa que cierra el sepulcro... La mirada de alguien que debe ser pariente en algún sentido pero que no conozco y que no volveré a ver jamás (ya no quedan mas funerales posibles entre nuestras familias). Y alguien pregunta ¿Y que era esa bolsa? y alguien contesta son los restos de su esposa, estaba enterrada en tierra pero cuando levantaron el viejo cementerio los sacaron de la caja y los dejaron en esa bolsa y alguien responde pos no se, si era una bolsa mu pequeña, como de pan, no sé...

No tengo tiempo para esto.


P.D.: El texto en cursiva está sacado de la emisión del programa Satelitres, de Radio3, del pasado jueves 21 de agosto. Adaptado libremente sin anímo de nada.

viernes, 22 de agosto de 2008

sábado, 16 de agosto de 2008

Se me ha olvidado lo que tenía que decirte, me pasa todas las mañanas y por eso digo tan poco. Se me olvidan las palabras, pero a ti no te olvido, quiero decir, podría perfectamente parecer que así fuera, no te escribo, no te llamo, no te busco, ando perdido (me andas perdida), pero no olvides que te sueño y otras veces sólo te pienso, fugazmente, eso si, que no tengo tiempo para pararme a pensar demasiado, si hiciera eso saldría corriendo y llegaría tarde a todas partes, mas aún, mas tarde quiero decir. Pero tengo tantas cosas que contarte siempre, cosas que leo, cosas que veo, y te digo mira esta línea, mira lo que escribió aquí Bolaño, mira lo que escribió aquí Cortázar, mira que dibujo mas bueno, y se me ha ocurrido una idea (de esas que van al archivador, de las que olvido), te lo cuento sin que estés, sin que tu lo sepas y aún no hablo sólo pero casi, escuché alguna canción buena también. Se me han ocurrido unas vacaciones, que te parece, una habitación oscura, una selección de películas de vampiros de los años sesenta, algunas buenas y muchas muy malas y fumarnos algo para poder pasarlo, sería genial ¿no? es decir, lo haría yo sólo pero así no es tan divertido. Hoy he soñado que estaba en una especie de manicomio, pero no uno de esos lóbregos de las películas, nada del Asilo Arkham, un manicomio con habitaciones luminosas, internet gratis, sala de reuniones, poblado de gente interesante que pasa allí sus vacaciones y nadie parecía estar loco, sólo decíamos "vamos a ser incestuosos, para que la doctora consulte sus manuales de Freud y nos relacione con algún bonito mito griego", pero yo no tengo hermanas y sin embargo tu estabas ahí y lo eras, y decíamos "que bien estar por fin en un manicomio, como Kerouac, como Ginsberg y Burroughs, todos los beat pasaron una temporada por el psiquiátrico, era condición indispensable". Rimbaud y Varlaine se besaban en la boca en su habitación de París mientras Neal Cassidy recorría las carreteres de un extremo a otro dejando su huella en ninfas y efebos, y estaba ese otro, ese al que imagino gordo y con gorro de cazador, como Ignatius J. Reilly (¿sabías que en Nueva Orleans le han hecho una estatua a Ignatius? ¡con lo que el odiaba esa ciudad!), no me acuerdo de como se llamaba, al que Ginsberg conoció en el manicomio y que luego publicó a Burroughs, creo que era Carl Salomon, el mismo al que Ginsberg dedicó Howl . Todos los momentos son el mismo momento, pero no tengo tiempo, me tengo que marchar, tardaré en volver pero volveré a reclamar tu atención, tengo ganas de escucharte, también, de verte caminar.

Mientras tanto el azul palidece, se vuelve gris, gris plomizo, quiero nubes y quiero tener tiempo para marcharme y si acaso volver, o no, no se, tengo que pensarlo.

Besos fugaces.

Ahullido
Howl


martes, 29 de julio de 2008

Los Detectives Salvajes

Cuadro: The Billy Boys. Jack Vetriano.


De los infrarrealistas, o real visceralistas.



–¿Es la poesía necesariamente molesta, transgresora?
–A las moscas les pica la luz, a las lagartijas las calienta. La Poesía es psilocibina ardiente. Cantar Sympathy for the Devil a la luz de la luna más hiena. Exactamente como dijera el poeta eléctrico Michael Bulteau: "Arrodillarse en la boca crispada de las hadas". M.S. Papasquiaro (1953 - 1998)

SAN JUAN DE LA CRUZ LE DA 1 AVENTÓN
A NEAL CASSADY /EN LA FRONTERA
ENTRE EL MITO & EL SUEÑO/


La carretera se pandea rumbo al centro de su propio incendio centrífugo

Tijuana se desvanece flotando bajo la mollera del ojo

Esquirlas de cabaret & colchón empujan la estela
de duendes que preña la ilusión de este instante
En el radio: Jim Morrison traga esporas crecidas

en la cicatriz del diluvio

Este puente mental va al volante
Estrellado el afuera & adentro
Verde mota la selva
El destino rodando
Todo ser & hasta en zancos escupe ovnis bordados
con alas de las más locas luciérnagas
Es de noche / & en carretera / & volando
Los Doors con los dientes hacen realidad su voltaje
El cuerpo del alma se baña en el viaje
El centro se curva
La curva es salvaje
La carretera es Dios mismo
Cada ganglio / cada trozo
resbala: se esfuma
El pie va braceando
La mente desyerba la euforia del eco.

M.S. Papasquiaro
(Ulises Lima en "Los Detectives Salvajes", de Roberto Bolaño)

Y así dijeron: http://manifiestos.infrarrealismo.com/primermanifiesto.html

miércoles, 23 de julio de 2008

En la torre del vigía



"There must be some way out of here," said the joker to the thief,
"There's too much confusion, I can't get no relief.
Businessmen, they drink my wine, plowmen dig my earth,
None of them along the line know what any of it is worth."

"No reason to get excited," the thief, he kindly spoke,
"There are many here among us who feel that life is but a joke.
But you and I, we've been through that, and this is not our fate,
So let us not talk falsely now, the hour is getting late."

All along the watchtower, princes kept the view
While all the women came and went, barefoot servants, too.

Outside in the distance a wildcat did growl,
Two riders were approaching, the wind began to howl.


Últimamente siento una extraña fascinación por los insectos que vuelan hacia la luz. Es mas que un recurso poético trillado, es un imperativo vital y me encanta verlos volar con toda esa curiosidad diminuta y esforzarse tanto por intentar sobrepasar todas las barreras, contactar con el hiriente brillo que arrebata sus almas de insecto. A veces quisiera ser bicho, o lagartija.

Aprovecho el post para señalar:
  • Zebra Kidney es la clave para descubrir la Zanobrá, la megaconspiración religiosa que trata de controlar nuestras mentes mediante códigos subliminales escritos en sánscirto y niños en polvo de diversas nacionalidades mezclados con el café.
  • Los Espejos de la Paranoia son mecanismos de defensa que te atrapan si no consumes con frecuencia alimentos de gran contenido protéico.
Más cosas sobre estos temas, próximamente en:

www.apocatastatico.blogspot.com

viernes, 11 de julio de 2008

Regreso

Foto: Memai, de Audrey Kawasaki.


Como una polilla atraída por la parpadeante luz blanca y sucia de un fluorescente (que a su vez emite un zumbido pseudoentómico), aleteando con asomo de duda hacia una perdición incierta, y ese es el camino que tomé tantas veces, que aún sigo en ocasiones, sin remisión ni ganas de ser rescatado; no es por amor al abismo, ni es por obsesión adolescente (nunca adolecí de eso, aunque si de muchas otras cosas), sólo es por el hechizo de la aventura, la insinuación de futuras historias, una bruma gris al amanecer o un destello verdoso en el ocaso, que se yo. Sólo es el despreocupado anhelo de no negarme cualquier deseo que, a priori, parezca improbable o al menos poco posible, esto es, amarte sin conocerte nunca, sin llegar a saber jamás quien eres o donde te escondes, o desde donde me llamas: De nuevo me basta con poder inventar tu nombre.