Que se apaguen todas las luces. Ahora solo estamos nosotros y la carretera, nosotros y las calles pobladas y desiertas en las que vamos a soñar viviendo. Olvida las matemáticas, la paz está en la poesía, en la música, el dulce alcohol bajando por mi garganta, mis dedos acariciando tu cuello y si, ya sabemos que el humo es hermoso, ya sabemos que el humo también quiere acariciarnos, pero sólo un rato: dejemos que el aire se mantenga tal como estaba cuando llegamos, que ni una nube turbe esta vez la clara sensación de asombroso descubrimiento. Que nada huela nada más que a nada, que nada turbe la percepción de este instante único como todos, pero dilatado y contraído en el tiempo - una arruga ahora bella, los cimientos de ruinas nuevas-, eleva el rostro y atraviesa el techo, tu, viajero espacial, tu, cosmonauta, orbitando en tu vehículo de dimensiones planetarias. Colgados de la nada en mitad del Universo ahora despega los pies flota y juega con los pavos reales, chapotea en los charcos, sumérjete en la niebla, sonríe otra vez y déjame reflejarme en tu boca no en tus ojos me observan y yo estoy en ellos pero quisiera no verme esta vez a mi mismo, quisiera que esta vez el espejo de la musa me mostrara de verdad su alma, y poder recostarme un rato en sus recovecos, y solo verte a ti, otra vez, esta vez....
Las mismas palabras. Los mismos sonidos. Naranja. Azul. Verde fluorescente. Morado metalizado. Rojo, Azul. Las mismas palabras, neones, ruido, Luna, sueño, espiral, humo. Palabras nuevas. Disfuncionalidad. Sesgo congnitivo. No es fácil, ya vienen a por mi y esta vez no me dejarán salir impune, corre calle abajo, llega hasta el puerto, el olor a pescado podrido el fuel se refleja en el agua y la hace mas hermosa mientras la mata, las gruas, ya vienen...sube calle arriba y detente frente a esa tienda, reconoce en su rostro a tu madre y tu un joven campesino medieval del condado de... algo que acabe en ssex o en shire. El camino sigue.
Cuando por fin estés en lo mas alto - de la calle, del Todo - no te detengas ni un instante, la luz de su ventana está encendida, da las buenas noches al recepcionista, sube - esta vez sí es hacia arriba - llama dos veces. Espera. Sándalo y agua de rosas. Ya estás dentro y ahora sabes que has olvidado llevar un ramo de lirios - no es día para otra flor - pero sobre la mesilla se desmaya en un vaso olvidado un tulipán amarillo bañado en ron de las Indias. Haz tu reverencia (¿ya nadie recuerda como se hace? Bras bas, segunda, demí-plie, tercera, cuarta) y espera a que la música suene por si misma, o mejor abre la ventana, pide una tarta de nata y con un acebo haz girar el disco. Esta vez no sonará Chloè, sino que escuchas la blusa deslizándose de sus hombros y tu no puedes esperar. Te giras. Desaparece.
¿Cuando terminará todo esto? Escribe una carta a tu alma futura y no tendrás respuesta. Hay cosas que cortan como cuchillas y sirven para jugar. Está Marcel Proust muy enfermo y ojeroso. Está Hemingway con cara de palurdo imberbe, el bigote agranda su rostro en lugar de menguarlo. Detente en los emporios de Fenicia y deléitate con toda clase de perfumes voluptuosos, pero que sólo sean los del rastro que el cazador persigue hasta un lejano cementerio de árboles apilados en forma de casa donde por fin la encuentras de nuevo, tendida, sobre la cama. Y solo un rayo de Sol atraviesa la ventana, y solo un dedo ígneo recorre su cuerpo desnudo, improbable número de días sin comenzar a dejar de verla desnuda ves como se detiene donde más te gustaba hacerlo a ti, sobre el delicado hueso de la cadera, sobre la sugerente clavícula y ella goza mirando al cielo con los ojos cerrados y su boca entreabierta nunca había estado tan roja. Como la sangre. Estás sangrando. Te dije que no golpearas a las paredes.
Existe, claro, otra vertiente, la lúdica, que pasa por vivir intensamente los momentos queriendo hacer tuyo el presente. Pero. Es. Tan. Breve. ¿Has visto una puerta negra? No es negra. No es una puerta. Es el espacio vacío que queda bajo un dintel y dos soportes. Rocas. Arena. Playa. Comienza el espectáculo. Termina el espectáculo. "¡Ha sido genial!" "¡Ha sido la hostia!" "¿oye, cual han tocado la segunda?" Como vas a recordarlo. Peleabas con la jauría y ahora vienen a por tí, esta vez te han encontrado. Había un lugar para ir en estos casos, había una clave. Encuentras la pared blanca y gris, la cañería el bajante los ladrillos, los cables y la escalera. Hacia arriba. La luz de su habitación está encendida, ella te esconderá en su regazo, todo va a salir bien. Todo va a salir. Bien. Salir. Bien. Sal. Ahora.
¿Cual sería, en fin, la conclusión? Poco se puede hacer con tan torpe devaneo, vigila tu espalda, trata de encontrar los momentos de RESPIRAR. Escóndete del Sol, pero no demasiado. Vigila tu cartera y tu halitosis. No tosas. Que no cunda el pánico, y detén los espejos, y detén los relojes de arena en las pupilas. No pactes con más de dos diablos, y sólo si tienes la baraja mágica y el silbido de rubí.
Mientras, ella se aleja caminando con descaro, su vestido azul azotado por el viento, sus zapatos sobre el hombro, el polvo se enreda en sus tobillos pero ella no tropieza, se detiene una furgoneta blanca. Sube. Y tu te quedas sólo en el atardecer rojo, señor de los lagartos, sentado en una roca.
Para finalizar te diré que este viaje es nada más que el principio. Una carretera negra con franjas amarillas, perdida y plagada de cambios de rasante se extiende ante tí. Tu sabrás si eres o no el fugitivo. A los demás lo único que nos importa es que mañana haya otro capítulo.
Estoy aprendiendo cosas nuevas.