jueves, 6 de diciembre de 2007

Niebla

Foto: Catedral engalanada de niebla. Valladolid.



De nuevo es de Sibelius

Mira a Louie. Se acerca al triste Jacques, al grisáceo Jacques, y le dice “Hola, Jack. He venido a buscarte, baila conmigo”. Y la música de las polillas y los murciélagos y el lento fluir del Sena, y los distantes ecos de los coches pasajeros, de los camiones de la basura, de los vagabundos y los borrachos sacudiendo sus pies plomizos contra el suelo de granito se convierten en orquesta y todo ese París, nuestro París, interpreta un vals triste y giramos a su son. Ella es, claro, más alta y brillante que él, pero mi esfuerzo trata de compensar al menos el cuadro para que no resulte ridículo y le calzo unas botas camperas con un tacón de casi cinco centímetros. Y cuando se encamina la mejor parte una risa nerviosa entrecruza, tal vez no pueden sostener sus miradas sin deslumbrarse de ese modo y es extraño pero es demasiado hermoso para no serlo. Yo, espectador casual, enciendo un cigarrillo que intercambié a un tirado el lunes pasado en la estación de autobuses de Madrid: el me pidió un euro para llamar por teléfono, y yo lo troqué por un cigarro que no fumé al considerar después que me había salido demasiado caro como para malgastarlo.

Hay un momento indeterminado en el que todas las luces se cruzan y señalan a una misma dirección y entonces se escucha el rumor del público que sospecha que está a punto de levantarse el telón de un modo u otro.

Jacques y Louie se sientan exhaustos en un banco de piedra, observan el reflejo cambiante de la Luna, los miro y secretamente envidio que sean dúctiles y maleables y yo no sepa aún domar los vientos para atarlos a mi espalda y que me conduzcan cerca de ti y aún así te deseo en silencio a mi lado, distante o más cerca quizás, quizás tras mi espejo, quizás tumbada a mi lado leyendo mis labios; y odio a mi alma por no ser sólo poesía, por no poder vivir vagando entre encabalgamientos y metáforas y otros tropos de nombre exótico y acercarme de este modo a ti en este estado sublimado, transfigurado, trascendente, sin que sea necesario que nuestros cuerpos se acerquen un milímetro más y por otro lado cuando la parte dramática del vals arranca con su aceleratto y su cescendo necesito girar alrededor de algún epicentro sintiendo veraz el tacto de tus manos y estrellar un vaso contra la pared y ser temible y admirable siervo de tu presencia arrullante.

Ululan los colores del arco iris de la noche, siempre ha de ser de noche excepto cuando saques las flores a la ventana,

ya sabes,

al balcón de Montmatre desde donde me ves pintando palabras rotas y uniéndolas mediante humo. Y espero entonces a que nadie mire, subo a un taburete del café (los mimbres deshilachados a penas se sostienen unos a otros) y grito y canto desafinado para que me oigas y bajes y todos acudan de nuevo y adivinen quién es el poeta cuyos versos tienen mejor destino. Entonces saben bien lo que va a suceder acto seguido: la ciudad se vuelve orquesta y giramos y el mundo se detiene en ese punto porque existen fuerzas que escapan a la razón e incluso al sueño de la.

Pero no son mas que marionetas, se baja el telón y sólo aplauden los que se han dormido antes del princpio, pues Los Despiertos conocen la terrible verdad: su tragedia es ser de madera y trapo, de barniz, y el titiritero se aleja con sus sueños metidos en una maleta vieja.

Y entonces resulta que se encuentra contigo.

2 comentarios:

mifuriaparanoica dijo...

siempre me gustó sentir la fría niebla en el rostro

recuerdas?

El opositor dijo...

Seré muy afortunado al gozar de su compañía en esos lejanos parajes.

Sangre, sonando, de rabia nací!!!

Un besito!