Comienza con un pasaje muy rítmico, algo así como
-Tú, tú, tú sabes... tú sabes lo que estás haciendo ¿verdad?
Y prosigue. La cercanía del mañana nos invita a pasear por el borde del precipicio (sí, el precipicio, el abismo, la eterna caída) y si los ojos se nos van hacia el fondo nos encontramos con que ya estamos cayendo y no hay lugar al que asirse, solo la estúpida voluntad de caer más despacio. Así que de pronto ya es hoy otra vez, cosa que no dejará jamás de soprenderme, y seguimos cayendo noche tras noche, paso tras paso. No es una cuestión de vértigo, puede resumirse más bien en torno a las curvas de tus piernas y de tus hombros (son la clave, ¿sabes?). Habrá quien piense que esto no es mas que un mar de lágrimas, deleitarse en la tristeza (que error amigos, no hay sentimiento más bello y verdadero, mas lleno de absolutamente nada). Probad vosotros a desgarraros las muñecas contra las paredes forradas de falso granito, y aún no habréis sentido ni una infinitésima parte del dolor del mundo...
-Tú, tú, tú sabes... tú sabes lo que estás haciendo ¿verdad?
Y prosigue. La cercanía del mañana nos invita a pasear por el borde del precipicio (sí, el precipicio, el abismo, la eterna caída) y si los ojos se nos van hacia el fondo nos encontramos con que ya estamos cayendo y no hay lugar al que asirse, solo la estúpida voluntad de caer más despacio. Así que de pronto ya es hoy otra vez, cosa que no dejará jamás de soprenderme, y seguimos cayendo noche tras noche, paso tras paso. No es una cuestión de vértigo, puede resumirse más bien en torno a las curvas de tus piernas y de tus hombros (son la clave, ¿sabes?). Habrá quien piense que esto no es mas que un mar de lágrimas, deleitarse en la tristeza (que error amigos, no hay sentimiento más bello y verdadero, mas lleno de absolutamente nada). Probad vosotros a desgarraros las muñecas contra las paredes forradas de falso granito, y aún no habréis sentido ni una infinitésima parte del dolor del mundo...
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