lunes, 10 de diciembre de 2007

Esas montañas estúpidas

Foto: Las montañas del Sistema Central vistas desde el pié de la muralla sur. Ávila.


El amante de las flores

En las montañas de Valkeri
entre los pavorreales que se pavonean
encontré una flor
tan grande como mi cabeza
y cuando me estiré
para olerla

perdí el lóbulo de la oreja
parte de la nariz
un ojo
y la mitad de la cajetilla
de cigarrillos

regresé
al siguiente día
con la intención de cortar
aquella maldita cosa
pero la encontré
tan hermosa
que en cambio
maté un
pavorreal.

Henry Charles Bukowsky



Viajan rápido en esta época, se encaminan hacia tierras más cálidas.

Huyen de las frías nubes de invierno que las pisan los talones.

Y ahora a pensar en el vuelo de las mariposas. Es tembloroso e inseguro, no fueron hechos para volar los gusanos. Había unas viejas murallas en blanco y negro y un fantasma sentado a los pies de mi cama, cambiando canales de forma automática. Estoy tan cansado, tenía mucho que contarte y tu no has venido... había algo en las montañas ¿sabes? El otro día, junto a las murallas. Y faltaba algo, también, faltabas tú de alguna manera de modo que las nubes parecían tan solas sin tí, parecían echarte de menos en forma de nubes. Yo sé donde nacen las nubes, algún día te lo contaré pero ahora mismo no puedo hacerlo porque he firmado tres cláusulas de confidencialidad y sólo me tranquiliza el polvo en mis ojos y el vuelo de un halcón, y las plumas de una paloma estallando en el aire con un suspiro de susto.
Se extendía frente a mis ojos una pradera llana y verdadera salpicada aquí y allá por árboles ornamentales y pequeños grupos de casas, y cuando el verde se tornaba azul se iba convirtiendo en masa de roca coronada de nieve nueva y en sus laderas, en sus azules laderas yo también oía como reían, yo también veía como todo el río eran las lágrimas de los peces. De pronto cruza frente a mi una ruidosa fiesta de jinetes con cintas rojas y no hay manera de que callen sus flautas para que me dejen escuchar la música del polvo y la duna. Ahí está de nuevo
el halcón
cerniéndose sobre vosotros, despreocupados transeuntes. Me deleitaré una vez más viéndolo cazar, rompiendo el aire con su violín de acero y ascendiendo en brazos del viento del sur. Tengo que enseñarte esto cuando estés aquí, aunque entonces seguro que no sabré donde encontrarlo pero al menos verás el agua brotar de entre los helechos en un secreto recoveco, y todas mis ruinas tristes; pero esas montañas tal como ese día me observaron se merecen una lección, merezco mi revancha y prometo que en menos de dos meses volveré a encararme a ellas todo un día y las devolveré sus carcajadas en forma de conjuros que cambien el curso de las corrientes y entonces podrás, seguramente, escuchar mi voz bajando por el valle y no darás crédito a tus oídos. Entonces tendrán que inclinarse hacia mí y ya no me costará subir cuesta arriba. Esas eminencias malparidas hijas del corrimiento…*


*La orogénesis es la formación o rejuvenecimiento de montañas y cordilleras que se produce por la deformación compresiva de regiones más o menos extensas de litosfera continental. Los materiales sufren diversas deformaciones tectónicas de carácter compresivo, incluido plegamiento, fallamiento y también el corrimiento de mantos..




1 comentario:

mifuriaparanoica dijo...

oigo incluso como ríen las montañas...arriba y abajo de sus azules laderas :)