martes, 20 de noviembre de 2007

Placa de Petri

Foto: Hojas pudriéndose doradas en el parque de las Moreras. Valladolid.



Camino en una tarde lluviosa (ahora ya no estoy seguro de si era tarde o mañana, he perdido la noción de mañana y de noche, siempre es tarde, siempre es tarde) junto al parque que vió al Sol reflejarse en tu iris bicolor en este verano reciente y difunto. Ahora que el agua devora las hojas del otoño y el olor dulzón de un amor amarillento y podrido me envuelve y me transporta a lejanas mesas de piedra junto a árboles místicos y huesos de cereza en la infancia del rey Arturo, la tierra se vuelve barro y mis pasos fatigados se hunden, se detienen, avanzan.

Atravieso el puente decidido, sé que la locura será arrastrada por el cauce ceremonioso del río, atravieso el puente angustiado y descubro una certeza: moriré atropellado.
- Y además tengo que cruzar la calle - hablar en voz alta es un nuevo síntoma.
No cruzo.
Cuando llego a mi destino descubro que, contra todo pronóstico, no estoy donde debía estar. Busco una parada de autobús en una calle cercana, pero resulta que esta circula en dirección contraria.
- ¡Me he equivocado de puente! - un ciego me mira sorprendido - ¡Estoy yendo por el camino de vuelta!.
Corrijo el rumbo mientras recompongo el mapa, y ahora sigo los pasos que trabajosamente recorrías cuando acudías pensativa a visitar lechos ajenos (¿Que pasaba por tu mente durante esos largos trayectos?).

Por fin dos pinos nobles señalan la puerta que debía haber escogido. Ahí está ese bar triste y sucio con nombre de película - gran trabajo de Steve McQueen, aunque en esta celda no tenía ya ni guante ni pelota - y ahí, por fin, mi parada de autobús, que ya llega tarde, tarde (Que oportuno). Un ciego me observa sorprendido, una mujer con visones y peinado horaciano entrevista a una rumana sin papeles (la van a echar de casa) y yo no encuentro mi libreta. Por fin he llegado, antes de tiempo, y llueve. Ahora recuerdo que tenía algo para hacer frente a esta meteorología fenomenal.

Me paro a escribir bajo la lluvia mientras escucho
aplausos en mi paraguas.


1 comentario:

Percipied dijo...

Gracias, María, por la correción. No estoy llendo, estoy yendo. Además ya no estóy yendo. Ya he llegado. ;)