viernes, 16 de noviembre de 2007

El Viejo

El viejo coleccionaba chinchetas diminutas. Tenía las uñas largas y duras, astilladas en parte. Un observador avispado podría deducir que trabajaba con ellas. Llevaba también anteojos, que es como se llama a las gafas en los cuentos que quieren referirse a un indefinido tiempo antiguo, situado entre la segunda mitad del siglo XVIII y el primer cuarto del XX. Pero no es el caso. Él los llamaba antejos porque no encontraba sentido a la palabra "gafa".

gafa.

(De or. inc.).


"Anteojos" tenía, por el contrario, un origen claro y definitivo. "Occulo de vitro cum capsula" era demasiado largo y engorroso, y podía referirse también a una lupa (los latinos no la llamaban lupa, lupa es una palabra de origen francés. Para los latinos lupa era una prostituta, o una loba, o la loba prostituta que amamantó a Rómulo y Remo). Y el usaba lupa. En realidad sus anteojos eran unos quevedos, pero Quevedo seguramente los llamaba "anteojos". Sobre la camisa de cuadros azules llevaba siempre el mismo chaleco de lana marrón con bolsillo, a juego con los pantalones de pana. Sobre la camisa de cuadros verdes llevaba siempre el mismo chaleco de lana marrón con bolsillo, a juego con sus pantalones de pana. Sobre otras camisas que no fueran de cuadros verdes o azules llevaba siempre distintos chalecos de lana con bolsillo marrones. Entonces los pantalones se alternaban, no conjuntando siempre. Fuera el chaleco que fuera, en el bolsillo asomaban la lupa (no Capitolina), un lapicero mas fino de lo normal y unas pinzas largas. ¿Cual creéis, mis lectores, que sería su profesión? Unamuno diría que era un coctólogo, pero eso sería limitar mucho el campo de acción de este vigoroso ancianillo de mirada viva, este Gepetto de carne y hueso. Sus sueños cabían en una caja de fósforos. El los llamaba fósforos.

cerilla.

(De cera).

1. f. Varilla fina de cera, madera, cartón, etc., con una cabeza de fósforo que se enciende al frotarla con una superficie adecuada.


Llamarlas cerillas suponía denominar el todo por la parte menos notable; a fin de cuentas sin el fósforo no eran más que palillos. Sus sueños no cabían dentro de una caja de palillos.

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